¿Cómo fue el desarrollo que ha tenido la Novela Colombiana
durante el siglo XlX y XX?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:La ideología y la novela de los siglos XIX y XX en Colombia
En tiempo de guerra
toditos batallan,
unos con las letras,
otros con las armas.
Cantar anónimo.
Si el arte refleja la vida,
lo hace con espejos especiales.
Bertolt Brecht, A Short Organum for the Theater.
En Colombia la novela siempre ha sido considerada, un género menor. La élite dominante de hombres letrados ha cultivado históricamente la poesía y el ensayo como género ideales. Hasta la década de 1960 no había, virtualmente, ninguna industria para la producción, mercadeo y venta de novelas, como sí ha existido en el Occidente industrializado desde el siglo XIX. El surgimiento sorpresivo de Gabriel García Márquez, la llegada de editoriales extranjeras y el interés internacional por Latinoamérica, entre otros factores, transformaron radicalmente los escenarios literarios urbanos, regionales y de la provincia, que por más de cien años sólo habían producido tres novelas reconocidas nacional e internacionalmente: María (1867) de Isaacs, La vorágine (1924) de Rivera, y Cien años de soledad (1967) de García Márquez. María y La vorágine fueron escritas por novelistas que aspiraban ser poetas y, de hecho, habían cimentado su fama como poetas antes de lograr celebridad como novelistas. Más aún, después de la publicación de sus novelas, cada uno de ellos se dedicó a la política, de acuerdo a la tradición venerable de los hombres de letras colombianos.
La herencia cultural vigente en el siglo XIX en Colombia, tiene su origen en la cultura burocrática de las milicias españolas, y en sus valores, herederas a su vez de la Reconquista Ibérica; y no en las tradiciones de otros grupos, como el de los comerciantes1 El grupo de los letrados, educados en las universidades, fue uno de los pocos que no perteneciendo a la nobleza española, pudo lograr cierto status de aristocracia, y alcanzó posiciones, primero, en la burocracia real, y posteriormente, en la colonial. Así, la clase alta colombiana del siglo XIX adoptó muchos valores españoles implantados durante los tres siglos coloniales. La futura oligarquía habría de ser educada, en forma bastante uniforme, en alguno de los semilleros de la oligarquía -el Colegio del Rosario o el Colegio de San Bartolomé- donde se buscaba afirmar el honor social, siguiendo la tradición española, a través de las carreras de letras, derecho, y ciencias políticas2 . Los hombres de letras más brillantes del país a menudo han cursado dos o tres de tales carreras, desde el primer novelista Juan José Nieto, hasta el reciente presidente y escritor Belisario Betancur.
La importancia que históricamente se le ha otorgado a los otros géneros frente a la novela, podría compararse con actitudes similares de los intelectuales europeos en los siglos XVIII y XIX. La oligarquía en la Colombia del siglo XIX a veces aceptaba e imitaba valores culturales extranjeros, dándole preferencia a las modas literarias predominantes en Francia, España o Gran Bretaña. Las culturas española e inglesa tuvieron más importancia en la región andina colombiana que en otras regiones del país, o en otros países de América Latina, que en general, rechazaron a España e ignoraron la Gran Bretaña durante el XIX. En este siglo, y en gran parte del XX, se publicaron novelas en pequeñas ediciones que pasaron desapercibidas. Podríamos citar casos innumerables de jóvenes de la oligarquía que publicaron una única novela quizás como pasatiempo o para lograr fama les han sido los casos del intelectual y estadista Manuel María Madiedo en el siglo pasado, y del reciente presidente de la república Alfonso López Michelsen.
Dados los valores de clase relacionados con la creatividad literaria, la poca importancia de la novela como género, y el marcado regionalismo, no podríamos hablar de una tradición novelística 'orgánica' en sentido estricto en Colombia. Más bien podríamos hablar de tradiciones regionales (como se plantea en los capítulossiguientes), a partir de novelas significativas (Aparte de María, La Vorágine y Cien años de soledad), y de novelistas sobresalientes.