¿Cómo expresaron los primeros cristianos su fe en Jesús?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
los primeros cristianos reflejaron su fe creyendo en el y nunca perdiendo la fe y confiando que el era el Mesías
Respuesta:
Explicación:
Los relatos de la resurrección, ¿son el único testimonio que tenemos sobre el acontecimiento pascual? ¿Fueron el único modo como la primera comunidad cristiana anunció que Jesús ha resucitado? Te proponemos rastrear juntos otros modos que encontraron los primeros cristianos para realizar este anuncio.
Hoy nos centramos en una primera forma, las llamadas “confesiones de fe”. Se trata de frases breves que testimonian la resurrección de Jesús. Eran repetidas y enseñadas y servían para expresar la convicción de la primitiva comunidad de que el Señor, tras la muerte, vive. Son los más primitivos testimonios literarios sobre la resurrección de Jesús. Al considerar estas confesiones de fe, nos encontramos con que la primitiva comunidad cristiana expresó el acontecimiento de la resurrección de Jesús empleando diferentes fórmulas.
DIOS LO RESUCITÓ
Es la primera fórmula empleada. Y así nos encontramos con que “Dios lo resucitó al tercer día” (Hch.10,40); “Dios lo resucitó de entre los muertos” (Hch.3,15); “Vosotros lo matasteis clavándolo en la cruz por manos de unos impíos; a éste Dios lo resucitó” (Hch.2, 23-24). A través de esta fórmula se expresa la convicción de la primitiva comunidad cristiana de que el Dios de Jesús no es sólo el Dios vivo del Antiguo Testamento, si no que es el Dios vivificador. La vida, la muerte y la resurrección de Jesús trae un nuevo semblante de quién es Dios.
Sobre la fórmula «Dios lo resucitó» se fueron introduciendo diferentes variables que incorporaban una mayor riqueza en la comprensión del acontecimiento de la resurrección de Jesús. Así nos encontramos con la variable «de entre los muertos». Esta resalta la potencia del Dios liberador y vivificador, capaz de «quebrantar las ataduras de la muerte» (Hch.2,24) En esta afirmación de la resurrección de entre los muertos está la raíz de la fórmula posterior “descendió a los infiernos”; en ambos casos lo que se afirma fundamentalmente es que Jesús murió en verdad.
Otra variable que se introdujo fue al «tercer día». Diferentes escritos judíos del tiempo de Jesús identifican el tercer día con el tiempo de la consolación y la liberación final, así como con la plenitud última y con la resurrección universal escatológica. Su significación primigenia vendría a ser, por tanto, que la plenitud y la consumación de la existencia humana de Jesús llegaría por su resurrección al tercer día.
DIOS LO EXALTÓ
Junto al verbo «resucitar» la primitiva comunidad cristiana empleó el de «exaltar». Y así encontramos la fórmula «Dios lo exaltó». “Dios lo exaltó y le dio el nombre sobre todo nombre” (Flp.2,5-11). Mientras que el verbo resucitar hace referencia a la idea de alguien que estando acostado se levanta, se pone en pie, el verbo exaltar expresa la idea de elevar a un determinado estado o situación. Con este verbo se expresa de forma más completa lo que es el misterio de la resurrección, Jesús «vuelve al que le envió» (Jn.16,5), «retorna al Padre» (Jn.16,10), «va al Padre» (Jn.16,17), «deja el mundo para volver al Padre» (Jn.16,28). Al igual que la fórmula anterior, ésta también se fue enriqueciendo.
La fórmula de la exaltación se vinculó al «estar sentado a la derecha del Padre». De este modo se está expresando la participación de Jesús en la divinidad del Padre, «El Padre y yo somos uno» (Jn.10,30). Esta clave de la exaltación encontró posteriormente una derivación tardía en la ascensión. Con ella estamos celebrando la experiencia de fe, es decir, la exaltación, la glorificación de Jesús, su incorporación al Padre.
DIOS LO GLORIFICÓ
Encontramos, por último, la fórmula «Dios lo glorificó». “El Dios de Abrahám, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha manifestado la gloria de su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, que pensaba ponerlo en libertad” (Hch.3,13). La gloria en la mentalidad bíblica es la presencia de Dios. La glorificación será, por tanto, internarse en el ser de Dios