¿Cómo expresaban sus emociones y sentimientos en Mesoamérica?
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Respuesta:
RESUMEN
El objetivo de este artículo es explorar el significado emocional y las normas culturales de expresión-supresión emocional entre los mayas del centro de Quintana Roo, México. Entrevistamos a once adultos bilingües (maya-español) y organizamos un grupo de discusión con seis de los participantes, además de emplear la observación participante y llevar un diario de campo. Entre los resultados destaca que las emociones se asocian principalmente con el término en maya óol. Las normas de expresión-supresión enfatizan la moderación y el equilibrio emocional. Por ejemplo, la palabra ki'imak óol (alegría) fue concebida en términos de tranquilidad. Mientras que yaj óol (enojo-tristeza) alude a una emoción que desequilibra y entorpece las relaciones sociales, por lo que no se promueve. Estos resultados concuerdan con el modelo cultural interdependiente, que considera la calma y la modestia para el mantenimiento de la armonía y las buenas relaciones. Implicaciones para futuras investigaciones son discutidas.
Explicación:
Introducción
Las emociones y su expresión son construidas activamente por interacciones, relaciones sociales y sistemas culturales que conducen a los individuos a alcanzar objetivos, realizar tareas y a conducirse de acuerdo con su contexto específico (Lutz y White 1986; Lutz 1988; Boiger y Mesquita 2012; Mesquita, Boiger y Leersnyder 2016). El medio en que las personas se desenvuelven no solamente les provee las situaciones y experiencias, también les indica las maneras de responder ante ellas, a partir de la normatividad establecida (Jain 1994, 156).
Por ello, para comprender la dinámica de las emociones resulta importante conocer las normas que definen las formas en que estas deben manifestarse, ya que los entornos a los cuales los individuos pertenecen difieren en cuanto a cuáles se espera que sean mostradas y cuáles deben ser reprimidas (Markus y Kitayama 1991). Se distinguen también en el cómo, cuándo y con quién pueden manifestarse (Sanders, Friedlmeier y Sanchez 2018, 1) guiando, de este modo, su comportamiento.
Los significados, experiencias y normas sociales enmarcados en los modelos culturales, implican nociones, ideas y prácticas que definen lo que es deseable, promovido o no esperado en cada cultura (Mesquita y Walker 2003, 779). Por ejemplo, algunas culturas enfatizan la autonomía del individuo, mientras que otras promueven la relación e interdependencia entre las personas. En un modelo cultural que promueve la autonomía individual, los procesos mentales son considerados independientes, intrínsecos y autorreflexivos. Se alienta a conocer las emociones y los sentimientos propios y se enseña cómo controlarlos. Las emo ciones que buscan la independencia son abiertas y aceptadas; por ejemplo, las emociones positivas contribuyen a la autoestima y funcionan como indicador de la integridad del individuo, pues refuerzan su definición propia. Mientras que en el modelo cultural relacional o interdependiente se enfatizan las obligaciones y responsabilidades comunitarias. Los estados mentales internos tienen un papel secundario, los individuos no se consideran separados de otros y se alienta poco el deseo individual de expectativas. Por ello, las emociones se experimentan como interdependientes. Se esperan expresiones relacionadas con la calma, modestia y conectividad, por cuanto promueven conductas apropiadas, obediencia y armonía social. La relación jerárquica y las metas comunitarias son el principal principio de este modelo (Kärtner, Holodynski y Wörmann 2012; Keller y Kärtner 2013).
En América se ha documentado cómo en los grupos indígenas, en los que se valoran las jerarquías y el respeto a las autoridades, se rechaza la expresión de emociones como el enojo, ya que podría amenazar la cohesión social. Además, la inhibición de emociones evaluadas negativamente, como la tristeza, permite a estos grupos enfrentar el estrés mediante la resignación (Zubieta et al. 1998, 5). La regulación y el control emocional son valorados en culturas para las que la armonía y el bienestar colectivo son importantes. En grupos indígenas de Centro-américa, la cólera, el enojo y la tristeza son evaluadas negativamente, por lo que no se fomenta su expresión (Fernández, Zubieta y Páez 2001, 10).