¿Cómo evolucionó la tecnología en la utilización de los diversos instrumentos para el desarrollo de la ciencia?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo económico es producto de una reflexión amplia y dialogada entre los autores respecto a cómo fortalecer la innovación para el desarrollo económico, que se originó en el foro El desarrollo científico y tecnológico y la incidencia de la innovación en el comportamiento económico regional, organizado en Sonora. Un rasgo distintivo de la discusión fue la participación de instituciones del ámbito académico y gubernamental: Universidad de Sonora, El Colegio de Sonora, El Colegio de la Frontera Norte, el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo y la Secretaría de Economía del estado. Los autores del libro son académicos y tomadores de decisiones, que han escrito y trabajado, desde hace varios años en los temas de innovación y sociedad del conocimiento, economía y sociología laboral.
Con el propósito de recuperar la riqueza de los enfoques con que se aborda la innovación en el libro, esta reseña se organiza en tres dimensiones: conceptual, empírica y la relativa a recomendaciones de política pública. Esta división esquemática no significa que los trabajos incluidos en cada dimensión sean puramente empíricos, conceptuales o de recomendaciones de política.
La dimensión conceptual
En lo que se refiere a la dimensión conceptual, el punto de partida es el carácter multidimensional asignado al concepto de innovación; convicción que parece haber llevado a los coordinadores a buscar múltiples puntos de vista sobre los requerimientos, para impulsar la innovación para el desarrollo económico; de modo que abarcan experiencias y enfoques disciplinarios y teóricos diversos, entre los que destacan: a) el enfoque organizacional, que se ubica en el campo de la administración; b) el de políticas públicas y el gobierno; c) el de la economía, con énfasis en el análisis de microeconomía y d) el de la teoría de sistemas. Lo anterior se justifica en que, para representar de forma adecuada los problemas e identificar alternativas de solución, es necesario contar con una mirada multidisciplinaria, así como integrar la participación de muchos actores de la academia, del gobierno, las empresas e incluso de los consumidores de bienes y servicios.
En el capítulo dos, "Retos para el diseño de políticas en México en el marco de la innovación abierta", Daniel Villavicencio aborda el tema de la innovación con un enfoque organizacional; usa el concepto de innovación abierta para referirse a la que ocurre en las empresas, siempre y cuando haya interacción con otras, con organismos públicos y privados de investigación y desarrollo (I+D), o con universidades. Sugiere que las ideas de dónde, cómo y cuándo innovar provienen tanto de los empresarios, ingenieros o investigadores, como de la interacción con proveedores, clientes y de la acción de los competidores.
Diseñar políticas de innovación requiere tomar en cuenta que: a) la innovación es un proceso de creación y explotación de conocimientos; b) el conocimiento que se produce se debe aprovechar y c) el éxito de innovación y, por tanto, de las políticas públicas supone un contexto institucional, que facilita las condiciones para apropiarse de las rentas que genera, así como el uso eficiente de los recursos necesarios para innovar.
La experiencia enseña, dice Villavicencio, que la redefinición de las políticas de fomento a la innovación, en la última década, ha motivado la participación de diversas instituciones tanto públicas como privadas en el diseño de objetivos, de instrumentos, del financiamiento e incluso en la evaluación de resultados (Metcalfe y Georghiiuo 1998).
En México, con la llegada del nuevo milenio aparecen políticas que fomentan la innovación de las empresas incitando al cofinanciamiento público-privado, a la cooperación con instituciones académicas y centros públicos de I+D y a aprovechar el conocimiento. Con la apertura comercial de la década de 1990, el aspecto principal de las políticas se fincó en la necesidad de incrementar la productividad, calidad y competitividad de las empresas, para satisfacer el mercado interno frente a los competidores extranjeros. Sin embargo, sólo durante los últimos años la política de ciencia y tecnología ha destacado el fomento de la inversión privada para actividades de I+D e innovación en sectores específicos. Esto resulta prometedor para el futuro del sistema de innovación mexicano, lo que se traduce en un abandono completo de la estrategia de oferta indiscriminada de subsidios.
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