¿Cómo Estados Unidos intervino o influyo, en las economías latinoamericanas de la década de 1950? ¿y políticamente?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Aunque algunas cosas –como la enorme asimetría de poder– no han cambiado, la relación entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe ya no es como antes. Washington ya no despliega una sola «política latinoamericana», sino diferentes estrategias bilaterales o subregionales: México, América Central y el Caribe conforman un área profundamente integrada, a través de la migración y el comercio, a EEUU; la zona andina constituye el foco de mayor preocupación norteamericano, debido a la inestabilidad política y el narcotráfico; mientras que los países del Cono Sur cuentan con un margen de maniobra que no existía en el pasado. En general, la agenda estadounidense para América Latina está menos basada en la geopolítica, la seguridad nacional y la ideología y más centrada en la economía, en el marco de problemas compartidos como el narcotráfico, el ambiente y la migración.
Chile es el país latinoamericano más comprometido con la economía mundial; cuenta con las instituciones más fuertes y las normas y las prácticas democráticas más afianzadas de la región. No enfrenta problemas serios de integración indígena, expulsa pocos ciudadanos hacia EEUU u otras regiones y hoy está tan ligado a las economías de Asia, Europa y América Latina como a la norteamericana. Chile ha construido un amplio consenso en torno de muchas políticas públicas clave, con un alto grado de previsibilidad que facilita la inversión, tanto nacional como extranjera, y promueve el planeamiento estratégico gubernamental y del sector privado. La influencia internacional de Chile y su prioridad para EEUU son considerablemente mayores de lo que sus dimensiones, su poder militar o su peso económico podrían sugerir. Su «poder suave» atrae la atención y las inversiones y es la clave de su liderazgo y de su influencia.
La diferenciación regional y la política estadounidense
La relación de EEUU con las subregiones latinoamericanas ha adquirido diversas formas, que se han ido diferenciando cada vez más. Los países ubicados en la Cuenca del Caribe y la costa norte de Sudamérica, que enviaban más de 40% de sus exportaciones a EEUU en la década de 1980, exportan hoy a ese país un porcentaje más elevado. Por otra parte, casi todos los demás países latinoamericanos, que en los 80 enviaban menos de 30% de sus exportaciones a EEUU, hoy destinan a ese país un porcentaje menor. Una de las principales explicaciones, por supuesto, es geográfica, y está relacionada con la proximidad. Sin embargo, la geografía no se ha modificado y la proximidad debería ser menos importante a medida que la tecnología se desarrolla. Las políticas desplegadas por EEUU –la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) y, más recientemente, el Tratado de Libre Comercio de América Central y República Dominicana (Tlcac-RD)– están reforzando esquemas claramente distintos. En este contexto, la Cuenca del Caribe y el Cono Sur se mueven en sentidos opuestos en relación con EEUU, mientras que los países andinos también siguen un camino diferente. Para Chile, Brasil y Argentina (y, hasta cierto punto, para el resto de los países del Mercosur), EEUU es solo uno más de los cuatro interlocutores principales (los otros son Asia, Europa y el resto de América Latina). Para estos países, EEUU no es el único, ni siquiera el principal foco a tener en cuenta para sus políticas. Aunque es un punto de referencia importante, no es «el norte» de la brújula política. Venezuela incluso se ha ubicado como rival de EEUU proponiendo la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) frente a la idea del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), cultivando lazos estrechos con Bolivia y con Cuba y explorando activamente nexos con los nuevos aspirantes al poder global, incluidos China.
Explicación:
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