¿Cómo es que los impulsos nerviosos del cuerpo humano se relacionan con la energía del planeta y de los alimentos?
Respuestas a la pregunta
En términos generales, como nosotros sabemos, los nervios siempre se encuentran trabajando y tienen diferentes direcciones, por ejemplo, cuando tocamos algo caliente, los nervios envían la información desde los dedos hasta el cerebro (sistema nervioso central) para percibir la sensación de calor. Cuando el cerebro recibe esa información elabora la orden de retirar los dedos. Otros nervios llevan este mensaje a los músculos de la mano y no nos quemamos. La dirección no es la única forma en la que podemos clasificar a los nervios, su función exacta es importante. Cada grupo de nervios sabe que hacer: Los nervios motores coordinan los movimientos voluntarios del cuerpo estimulando a los músculos. Los nervios sensoriales reaccionan a los estímulos externos y permite sentir calor, frío y dolor; los nervios autónomos regulan funciones involuntarias como latidos del corazón, sudor, digestión e influyen directamente en la actividad de los órganos internos.
En el sistema nervioso las neuronas transmiten señales eléctricas producidas por interacciones químicas. La comunicación por estas señales sirven para comunicar con precisión, rapidez y larga distancia con otras células nerviosas, glandulares o musculares. Estas señales se llaman impulsos nerviosos.
Aquí, cómo podemos ver, los sentidos que nos ayudan están en los impulsos nerviosos: vista, audición, gusto, olfato, tacto.
Ahora, yendo a la pregunta con respecto a la relación de los impulsos nerviosos con los alimentos. Sí, hay relación porque se trata por tanto, de un sistema especial de comunicación intercelular que tiene una gran influencia sobre la nutrición del sujeto. Así controla el funcionamiento del sistema digestivo, de los sentidos, la apetencia por la comida, las señales de hambre y saciedad, y en definitiva el comportamiento alimentario.
La transmisión nerviosa entraría a las papilas gustativas o el epitelio olfatorio. El potencial generado viene asociado a un receptor de membrana y debe alcanzar al menos el umbral para poder iniciar el potencial de acción o transmisión nerviosa. En este sentido y relación con la nutrición, los estímulos más determinantes, y a la vez más instintivos, en la iniciación de la ingesta de alimento son los correspondientes a los sentidos del gusto y el olfato. Los receptores presentes en sistemas sensoriales son denominados quimiorreceptores, porque se unen a determinados agentes químicos que llegan a la boca y a los orificios nasales. De hecho, ambas cavidades están conectadas haciendo que el sabor y el olor de un alimento se mezcle resultando en infinidad de matices sensoriales. Por eso en muchos textos científicos se ha acuñado el término “flavor”, refiriéndose a una acción conjunta que estimula sabor y el olor. Los quimiorreceptores de estos sentidos no sólo afectan al apetito, la secreción de saliva, secreción gástrica, aceptación y rechazo por muchos productos que podrían contener ciertas sustancias tóxicas.
Por último, en respuesta a la pregunta de relación de la energía del planeta y de impulsos nerviosos: hay gran relación, porque hay que recordar que casi toda la energía que tenemos proviene del Sol a aquí. Es la causa de los vientos, la evaporación de las aguas superficiales, formación de nubes, las lluvias y de los saltos de agua. Su calor y luz son la base de la fotosíntesis en el mundo vegetal con la generación del oxígeno y la absorción del CO2, y de otras reacciones químicas indispensables para la vida de los vegetales y de los animales. Con el paso remoto y la concurrencia de situaciones muy específicas, el resto del mundo vegetal y animal enterrados han originado los combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Por ejemplo, el sol es capaz de transmitir radiación, y calor al cuerpo, la temperatura se capta por el (sistema nervioso central) para percibir la sensación de calor y ciertas veces sofocación. En tal caso, el hipotálamo tiene que trabajar en exceso para mantener una adecuada temperatura corporal. Por lo que mucho esfuerzo hace que haya actividades como la atención que se ralentizan. Por eso los impulsos nerviosos tardan más en propagarse, y nuestra capacidad de respuesta es mucho mas lenta. Incluso se descansa peor, debido a el calor que nuestro cerebro padece, hiperexcitación.
La energía radiactiva solar, prudentemente, trae beneficios en muchos aspectos. Porque se liberan sustancias como las endorfinas y las melanocortinas, que influyen en el ritmo bioenergético del organismo, aumentando nuestro estado de ánimo, disminuyendo estrés, mejorando así el sistema nervioso y produciendo una sensación de bienestar que ayuda a evitar las depresión.
La exposición moderada al sol favorece la síntesis de vitamina D en nuestra piel, que es importante para unos huesos sanos. Facilita la absorción intestinal del calcio en dieta, mejorando la densidad ósea, previniendo la pérdida de ésta. Parece cumplir un papel adicional como mecanismo de antivejez.
Síp, espero que mí respuesta haya sido de gran ayuda para tí! :)