¿Como es la estabilización política en México?
Respuestas a la pregunta
El comportamiento de la distribución funcional del ingreso
en México, en un entorno de largo plazo, presenta características peculiares. La participación de las remuneraciones a los asalariados en el ingreso aumentó de manera sistemática de principios de los cincuenta a mediados de los setenta.
En 1976, cuando el país comenzó a registrar significativos
desequilibrios macroeconómicos y externos y el gobierno
aplicó programas de estabilización y ajuste impulsados por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, la participación de los asalariados en el ingreso se redujo, proceso que continuó en los
siguientes años al explotar la crisis de la deuda externa en la
primera mitad de los ochenta. A partir de 1988, sin embargo,
hubo un inicio de recuperación, para caer de nuevo de manera drástica con la crisis de 1995.
El análisis de los efectos de los programas de estabilización
y ajuste en la distribución del ingreso, la desigualdad y la pobreza son materia de creciente interés por parte de la sociedad.
Para Steewart, los programas de estabilización afectan a los
ingresos primarios —los asignados por el sistema económico
antes de impuestos y beneficios— por medio de la política
macroeconómica y a los ingresos secundarios —después de
impuestos y beneficios— mediante las políticas mesoeconómicas de cambio estructural.
Aquí interesan las primeras debido a que la forma como se
distribuye el ingreso en términos funcionales incide de manera directa en el modo en que se distribuye el ingreso de los hogares, toda vez que los ingresos salariales suelen estar menos
concentrados que los ingresos de capital, como lo pone de manifiesto el análisis de la distribución del ingreso de los hogares
en las últimas décadas en México.1
Las políticas de estabilización (FMI) tienden a reducir los
desequilibrios macroeconómicos; las de ajuste (BM) se asocian
con la restructuración de la economía para aumentar su eficiencia
en el largo plazo. En la práctica ambas se entrelazan, ya que en
algunos casos —por ejemplo la devaluación— contribuyen a los
dos objetivos. En términos generales, estas políticas son de dos
tipos: a] reductoras de demanda, consistentes en la disminución
del gasto público, el aumento de los impuestos, el control del
crédito, la reducción de los salarios reales y, en algunos casos,
la devaluación del tipo de cambio, y b] las políticas de cambio
estructural (swiching policies) que tienden a modificar los términos de intercambio por medio de prácticas devaluatorias y el
aumento de los precios agrícolas y que incluyen políticas como
las de liberalización de importaciones, de reformas y desregulación a sectores productivos y financieros, de racionalización
de la administración pública y reformas en las políticas sociales.2
Helleiner sostiene que las políticas reductoras de demanda,
al disminuir los salarios y la ocupación y aumentar los impues-