Como es la democrasia en tu escuela
Respuestas a la pregunta
que los estudiantes tambien tienen poder sobre el colegio tanto como los directores, es importante la participacion para ser un resultado completo
espero que te sirva
Respuesta:
Explicación:
Conviene distinguir dos conceptos que con frecuencia son confundidos o utilizados indistintamente: educación y formación. El primero es el acogimiento, acompañamiento y desprendimiento de los saberes de quienes han vivido anticipadamente la experiencia del conocimiento; el segundo es el dominio de lo aprendido y su reflexión sobre la experiencia vivida, esto es, el devenir de quien ha aprendido algo (Zambrano, 2007). Con la educación es claro que siempre hay un educador y un educado, quien enseña y el que aprende. En cambio, la formación consiste en mirarse a sí mismo para distinguirse del que una vez fue, es el resultado —y el medio— por el cual la persona se transforma en su relación con los otros; de manera que no hay un formador ni un formado, pues nadie puede formar a alguien y nadie puede formarse solo.
Aun cuando la brecha entre educación y formación es demasiado angosta, es importante distinguirla, pues si se pretende que los jóvenes expresen en su actuar cotidiano muestras de conciencia cívica, entonces debería ponerse atención en lo que han llegado a ser quienes habitan las escuelas, es decir, en su formación. Debido a que sus modos de ser bien pueden permitir la exposición abierta y franca de diversos puntos de vista para llegar al consenso, desvalorizar el derecho a la palabra o irrumpir violentamente ante cualquier opinión.
La perspectiva de formación aludida por Armando Zambrano permite traer a cuenta el concepto alemán de la bildung (formación).2 Para Martin Heidegger significa dos cosas: "por un lado es formar en el sentido de ir desarrollando un carácter y [por otro] dejarse guiar por una imagen" (2007: 182). Si atendemos ambas acepciones, las relaciones intersubjetivas de la vida cotidiana, en particular en la escuela, entre docentes y estudiantes, adquieren connotaciones de mayor alcance que un acto meramente de instrucción, porque mediante ellas, en la convivencia diaria, docentes y estudiantes se transforman en alguien más. Las interacciones entre ellos tienen significados diversos y por ello están cargados de sentido. El aprendizaje no sólo es cuestión de contenidos curriculares, sino también de formas de ser en el mundo que terminan ciñéndose al propio carácter. Además en sus intersubjetividades unos y otros se apropian de modelos de lo que quieren llegar a ser o no quieren ser, en lo individual y en lo colectivo.
Entonces, la formación no es un acto meramente pragmático con fines de eficacia valorada sólo por su posibilidad fáctica, sino que, por un lado, se valora por referirse a la posibilidad de ejercitar sus talentos y disposiciones para devenir en otra persona, a partir de las relaciones interpersonales que los sujetos tienen entre sí (Gadamer, 1991) y, por otro, debido al aprecio de diversos modelos existe la oportunidad, al menos latente, de adjudicarse nuevos modos de ser en el mundo, que bien pueden acercarnos o alejarnos de una convivencia democrática en la escuela, de manera que el dejarse guiar por una imagen tiene importantes implicaciones cuestionables y habría que colocarlas en su justa dimensión.