¿Cómo es el orden mundial desde el aspecto político?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El hecho es pues que interrogantes como ésas han estado en el centro de la problemática y la temática de las relaciones internacionales (RI) desde su establecimiento como disciplina en las primeras décadas del siglo XX. Como lo señaló Martin Rochester, "La gran problemática del campo de las relaciones internacionales a través de los años ha sido encontrar la forma de minimizar el conflicto y maximizar la cooperación de manera de mantener un sentido de orden en un sistema descentralizado de Estados soberanos" (Rochester, 1993: 9). Por consiguiente, todo esfuerzo orientado a buscarles respuesta en un contexto histórico dado reviste, de suyo, tanto importancia práctica como relevancia teórica, ya que siempre será necesario poderse explicar eso que permite a los Estados y demás actores que conforman la comunidad global coexistir, y más aún convivir, de una manera razonablemente civilizada y pacífica durante un periodo determinado.
Explicación:
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Respuesta:
El concepto de “orden mundial” ha sido una de las referencias más comunes, utilizado por los estadistas y los funcionarios internacionales, así como lugar común en los medios de información, pero incluso ha constituido un importante debate académico. Su significado se equipara, generalmente, al de relaciones internacionales, sociedad internacional o sistema mundial. También está asociado con el orden jurídico internacional, el derecho internacional, el sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el funcionamiento de otros organismos internacionales que han creado una determinada estructura -generalmente visible-, en las distintas esferas en las que actúan, como puede ser el sistema financiero internacional construido por las instituciones emanadas de los acuerdos de Bretton Woods, es decir, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en donde también la Organización Mundial de Comercio ha tenido más recientemente un papel crucial en el desarrollo del libre comercio; o también el sistema de seguridad internacional conformado por el Consejo de Seguridad de la ONU, la Organización del Tratado del Atlántico Norte y otros acuerdos regionales de orden militar. Resulta así que, por su continuo uso, el término de “orden mundial” casi carece de un sentido o carácter específico, es decir, de contenido significativo y, por lo tanto, a pesar de su empleo frecuente, no ha sido objeto de mayor análisis o de una atención analítica o teórica más profunda.
Las transformaciones internacionales a las que está asociado el concepto de “nuevo orden mundial” pueden darse tanto en el campo de las ideologías políticas como en la configuración del poder planetario; incluso, más a menudo se refiere a que un número mayor de estudiosos coinciden en que ocurre al cambiarlas ideas que se tienen sobre el mundo. El término aparece cada vez que hay un acontecimiento internacional de gran relevancia o al que se le quiere dar un significado particular. Su primera mención histórica aparece en el discurso del presidente estadounidense Woodrow Wilson, en ocasión de presentar el documento de los Catorce Puntos, con los que pretendía reorganizar a la sociedad internacional después de la Primera Guerra Mundial. Desde la perspectiva de Estados Unidos, su participación activa al final de la guerra era un punto clave para la reconfiguración mundial, que advendría en 1919, y merecía considerarse como un hecho único en la historia.
De nueva cuenta, la expresión fue usada hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, en el contexto de la creación de la ONU, como institución que iba a substituir de manera definitiva a la Sociedad de Naciones cuya actuación no había podido construir el escenario de equilibrio de poder, paz y justicia internacionales que las potencias se habían propuesto desde el Tratado de Versalles. Con mayor énfasis fue enunciado posteriormente, al final de la Guerra Fría, tanto por el presidente George H.W. Bush, como por el presidente Mikhail Gorbachov. Su principal contenido tenía que ver con el espíritu de concordia y cooperación que las dos superpotencias se comprometían a establecer de 1991 en adelante. Además, se asoció con la imagen del triunfo del orden liberal sobre el mundo socialista, conforme la idea del fin de la historia que planteó Francis Fukuyama.1 También se relacionó este concepto con el orden globalista cuyas definiciones se debatían en aquellos años; si bien, la guerra del Golfo Pérsico-Arábigo, que tuvo lugar en 1991, dio al traste con esta idea de estabilidad y dejó entrever un tipo de desorden mundial que iba a continuar por cuando menos una década más. Parecía que la historia demostraba nuevamente que la guerra era ubicua y representa una realidad permanente en todo tipo de órdenes internacionales; incluso se confirmaba la paradoja de la cooperación que se daba de manera contundente en el contexto de las propias guerras. Lo que sí fue novedoso fue la forma como Estados Unidos, en el escenario de la Posguerra Fría, encabezó una nueva forma de supremacía que llegó a ser denominada la era de la “superpotencia solitaria”.2 Su influencia se acercó a las fronteras globales y traspasó los límites que se le habían marcado durante la confrontación de la era bipolar.