Como es el comportamiento político en Colombia
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Los supuestos ensayos pedagógicos no deberan olvidar en qué nación se realizan. Tal vez puedan disculparse sus procedimientos desconsiderados en la enigmática y sufrida Lituania, donde su mentalidad nórdica, su educación y sus valores ancestrales difieren de los nuestros. En Colombia, las cosas son de otra manera, aunque la descresten bufonadas de extraño cuño. Aquí todavía existe en muchos espíritus, quizá en la mayoría, el sentido del honor y, hasta cierto punto, la hidalguía de la cultura hispánica.
Ante el ataque inmotivado y cobarde, lo menos que podía hacer el candidato liberal era sentar enérgica protesta y abandonar el escenario donde se le permitía. A los responsables del foro tocaba reprender al agresor y expulsarlo de su seno. Más vale abstenerse en lo futuro de prestarse a eventos de esa índole que sentirse obligado a llevar látigo entre el bolsillo usual en los espectáculos de circo con el objeto de disuadir o de reprimir los gestos primitivos de un interlocutor atrevido
A la verdad, los precandidatos, mientras lo fueron, se dejaron manosear más de lo debido, por su posición un poco mendicante, en toda suerte de foros gremiales. Convertidos dos o tres de ellos en abanderados de colectividades o movimientos políticos, tienen que cambiar junto con sus condiciones las actitudes y el trato. No son ya aspirantes individuales. Representan un partido, una causa, una respetable corriente de opinión.