¿Como eran las oficinas hace 20 años?
que herramientas utilizaban en general las diferencias de antes a ahora
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En la época en la que no había Internet y los medios tradicionales no informaban nada o casi nada sobre ciencia, la versión en español de Scientific American era el mejor de los recursos para los que nos interesábamos en esos temas. Era cara, pero merecía la pena, entre otras cosas porque en la zona rural en la que vivía no había muchas fuentes de información científica. Bueno, en realidad no había ninguna. A comienzos de cada mes iba contando los días esperando que el ejemplar de ese mes cayera en mis manos, y me daba mucha rabia saber que llegaba a los kioscos antes que a mi casa (estaba subscrito). Cuando el cartero traía la revista era presa de la excitación. En un par de días esa revista me abrían las puertas, aunque no me enteraba de todo, a la investigación científica de vanguardia que se realizaba en el extranjero. También había un artículo, generalmente mediocre, escrito por un científico español.
Estuve subscrito durante muchos años a esa revista hasta que una estancia en el extranjero me impidió renovar la subscripción, pero a cambio podía comprar la revista original en inglés.
Conservo todas ellas almacenadas y ordenadas por orden cronológico. Están apiladas horizontalmente, que es la mejor manera de conservar revistas o libros, pese a la tradición que dice lo contrario y que convierte a todo papel blanco original en un remedo amarillento con olor a polvo.
La ciencia no avanza tan rápido como pueda parecer y siempre se pueden consultar estas revistas, pero lo que sí avanza y mucho es la tecnología y el diseño. A veces incluso los usos sociales y la estética. Para comprobarlo sólo hace falta estudiar la publicidad que aparece en las revistas de Investigación y Ciencia de hace 25 años.
Durante esos años de movida madrileña se anunciaban cosas de lo más variopinto, como automóviles paralepipédicos la mar de feos que ahora parecen piezas de museo (aunque su tecnología sea la misma que la actual), bebidas alcohólicas de alta graduación y los primeros ordenadores personales.
El de la foto de cabecea es nada menos que un Apple IIe, marca que se difundió poco por Europa, porque el rey era indudablemente,el original PC, que pocos podían comprar.
Estuve subscrito durante muchos años a esa revista hasta que una estancia en el extranjero me impidió renovar la subscripción, pero a cambio podía comprar la revista original en inglés.
Conservo todas ellas almacenadas y ordenadas por orden cronológico. Están apiladas horizontalmente, que es la mejor manera de conservar revistas o libros, pese a la tradición que dice lo contrario y que convierte a todo papel blanco original en un remedo amarillento con olor a polvo.
La ciencia no avanza tan rápido como pueda parecer y siempre se pueden consultar estas revistas, pero lo que sí avanza y mucho es la tecnología y el diseño. A veces incluso los usos sociales y la estética. Para comprobarlo sólo hace falta estudiar la publicidad que aparece en las revistas de Investigación y Ciencia de hace 25 años.
Durante esos años de movida madrileña se anunciaban cosas de lo más variopinto, como automóviles paralepipédicos la mar de feos que ahora parecen piezas de museo (aunque su tecnología sea la misma que la actual), bebidas alcohólicas de alta graduación y los primeros ordenadores personales.
El de la foto de cabecea es nada menos que un Apple IIe, marca que se difundió poco por Europa, porque el rey era indudablemente,el original PC, que pocos podían comprar.
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