Historia, pregunta formulada por mejiji, hace 1 año

como era la relación entre la Francia revolucionaria y sus países limítrofes ?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por danajenifer55
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Respuesta:

La Revolución Francesa es uno de esos pocos eventos de la historia de la humanidad, cuyas consecuencias sísmicas continuan reverberando a traves de los siglos y más allá de las fronteras de Francia. La tempestad que se desató después que el pueblo de París finalmente se rebeló y se tomó el odiado símbolo de La Bastilla el 14 de julio de 1789, no solo marca el final de una débil monarquia y del llamado "antiguo régimen". No fue simplemente el caso de una turba empobrecida que se alzó contra sus despotas gobernantes en un desesperado intento de revancha y de reivindicaciones. Fue todo eso y mucho más. Ya el escritor inglés Charles Dickens, en 1859, intentó definir lo que fue la Revolución Francesa: una época contradictoria, caótica, que dio para todo. "Fue una era de sabiduría, una era de torpeza, fue una época de fe, una época de incredulidad, fue la estación de las Luces, pero también la estación de la Oscuridad...".

La Revolución Francesa fue eso y mucho más. Los hechos que estremecieron a Francia entre 1789 y 1799 son los más complejos y contradictorios de la historia de Europa. En Francia misma, la Revolución trajo consigo profundos cambios económicos, políticos sociales y culturales. El nacimiento del "nuevo orden" fue un proceso sangriento que conmovió al mundo. Cientos de miles de inocentes murieron. Las viejas cabezas coronadas de Europa temblaron al observar con horror e impotencia la forma como la guillotina cortaba las cabezas de sus pares.

Pero ya desde aquellos días en que el Régimen del Terror mostraba sus dientes, no por ello se aplastó la esperanza. Porque la Revolución Francesa fue también un tiempo de ideales y de sueños. El pueblo, que había tomado en sus manos su propio destino, estaba resuelto a reformar las cosas para labrarse un futuro mejor. Las instituciones políticas, educativas, judiciales, culturales y militares fueron renovadas. Y sus semillas se dispersaron por todo el mundo.

Todo esto se conmemora el 14 de julio, cuando la Revolución Francesa cumple dos siglos, bajo el lema oficial de la Reconciliación. Es este el sello que ha querido imprimirle el gobierno de Francois Mitterrand a ese aniversario que se considera el mayor cataclismo moderno, pues si surgió inspirado por los ideales de la Ilustración que prometían libertad, igualdad y fraternidad, derivó en un baño de sangre que terminó en una violenta dictadura. Desde entonces hasta hoy ha pasado mucha agua por debajo de los puentes de Francia. Ahora, bajo un regimen socialista moderado que ha suavizado la diálectica izquierda-derecha, la pregunta es si los franceses no revivirán viejas heridas no sanadas aún.

LA POLEMICA

Las imágenes tradicionales de la Revolución estan fijadas en la conciencia colectiva y no son precisamente las más bellas: turbas enardecidas que cantan "La sangre de los impios mojará nuestros campos!", cabezas clavadas en palos, Marat asesinado en la tina, los reyes guillotinados... De ahí que no pocos afirmen que más que para celebrar, el 14 de julio es una fecha para lamentar. Sin embargo, la estrategia oficial ha sido la de enfocar el aniversario hacia lo que se considera la mayor conquista democrática de todos los tiempos: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano con sus postulados de igualdad, libertad y soberanía popular. Todo, con la evidente y tal vez sana intención de echar una cortina de humo sobre las famosas masacres de septiembre de 1792, el Terror de 1793 y el levantamiento de 1793 y 1794, que dejó más de 400 mil muertos.

En Francia, la conmemoración ha estado rodeada y adornada con multiples eventos -exposiciones, convenciones, inauguraciones como la de la opera de La Bastilla que ha ocasionado una agria polémica y que le ha costado 430 millones de dólares al gobierno frances, lo mismo que seminarios, conferencias, paradas militares y fiestas populares. Por estos días, París es realmente una fiesta.

Pero tras la parafernalia y el alborozo, la polémica histórica sigue viva. Los historiadores formados en las ideas marxistas interpretan la Revolución y su lucha de clases como la madre de la revolución bolchevique, y justifican la ejecución de Luis XVI, como la del zar Nicolas II, como la única forma de aplastar la monarquía. Y el Terror, como las purgas estalinistas, como una etapa necesaria de transición a la dictadura del proletariado. Por eso muchos consideran que el mensaje de 1789 continua vigente y que Francia es aún un país de lucha de clases en construcción, que debe sacudirse el yugo del capitalismo multinacional.

Otros más sostienen que no se puede recordar la fecha por encima de los revolucionarios y que hay que hacer claridad sobre el verdadero papel que jugaron algunos de ellos: Robespierre, Danton, Marat, Saint-Just... No se puede presentar al público una revolución aséptica, pasteurizada y empacada para ser consumida sin que cause indigestión. Todas las revoluciones cometen excesos y las que no los cometen son susceptibles de sospecha, afirman.

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