¿Cómo dirían que era la ciudad de Buenos Aires hacia 1870 según el relato de Jules Huret?
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No se conformó con el espectáculo porteño, se lanzó más lejos. Estuvo en Salta y en Neuquén, en Misiones, en Córdoba y Mendoza, en Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán, entre muchos otros sitios. Vio las plagas de langostas y las cataratas del Iguazú, el lago Nahuel Huapi y las estancias bonaerenses, las colonias agrícolas de Entre Ríos, los ingenios azucareros de Tucumán. Habló con los criollos y los inmigrantes europeos, con ricos y pobres. Le gustaba coleccionar anécdotas, como la de una dama de la familia Alvear que decía, “hay dos clases de gentes, los locos y los cuerdos. En la Argentina los cuerdos son los que conservan sus tierras y compran nuevas, los locos son los que las venden”.
Huret reunió sus impresiones en dos libros de crónicas, bajo el título “De Buenos Aires al Gran Chaco” y “Del Plata a la Cordillera de los Andes”. Pero aunque son un clásico del género, lamentablemente estos libros no se reeditan desde hace demasiados años.
Por suerte, a veces las librerías “de viejo” sorprenden en Buenos Aires con un reencuentro. Así, en la vieja edición publicada por Fasquelle en 1911, se leen frases de Huret como éstas, referidas al futuro de un país que lo había fascinado: “Entre la ceguera de los tímidos y el entusiasmo irreflexivo de los optimistas, habrá que adoptar un justo medio. Desde hace 25 años los pesimistas anuncian siempre la crisis(...) Les falta decisión y les falta iniciativa y por legitimar su cobardía continúan siendo agoreros de catástrofes. Es un estado de espíritu bien conocido: se llama el miedo. Por lo que a mí toca, prefiero la confianza”.
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Respuesta:nose yo busco eso
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