Cómo deben contribuir las familias a la definición y seguimiento de la educación de sus hijos
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La participación de las familias en el Sistema Educativo de sus hijos
Jesús Alcalá Recuero; Laura Martin Martínez; Gemma Ruiz Varela,
Director; Subdirectora de los Grados de Educación Infantil y Primaria; Coordinadora de Prácticas Externas de los Grados de Educación Infantil, Primaria y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid)
09/02/2015
Puntuar
El presente en que vivimos es muy complejo; no es posible educar acertada y adecuadamente en los centros educativos si estos no establecen complicidad con las familias. A los docentes no les queda otro camino para lograr el éxito educativo que contar con los padres para que exista coherencia entre lo que se hace en casa y en la escuela. Los padres no deberían educar a sus hijos al margen de los centros educativos. Familia y escuela no pueden trabajar aisladas.
Durante las últimas décadas la vida familiar ha cambiado radicalmente, los horarios laborales actuales así como la incorporación de la mayoría de las madres al mercado laboral, dificultan la compatibilización del trabajo con las responsabilidades familiares.
Debido a estos factores, la escolarización se inicia cada vez a edades más tempranas. La escuela debe asumir responsabilidades educativas nuevas, mientras que al mismo tiempo disminuye el predominio de las mismas. A pesar de la influencia de nuevos agentes implicados en la educación (TV, internet, actividades de ocio, familias con mayor formación), la mayor parte de la vida de los niños, hasta la adolescencia, transcurre en el ámbito familiar y escolar.
Nadie enseña a los padres cómo deben educar a sus hijos, y deben enfrentarse cada día a las diferentes situaciones que se presentan, solventándolas de la mejor manera posible. Las familias tienen ahora unas necesidades que la escuela no debe obviar y que debe ayudar a cubrirlas como profesionales de la educación que son. Los padres no son expertos en materia educativa, y muchas veces se encuentran perdidos en ciertas tareas familiares, cuestionándose si aquello que hacen, y cómo lo hacen, es adecuado o no.
La escuela debe dar respuesta a las necesidades de las familias, pues ésta también debe ser agente de ayuda y cambio, dado que son responsables directos de sus hijos.
La participación real y efectiva de las familias es todavía una asignatura pendiente en muchos de nuestros centros educativos. Pocas son las personas que dudan de que la familia y la escuela tienen que trabajar de forma conjunta, sin embargo, la colaboración entre ambas, no siempre es entendida de igual manera por padres y por docentes, y no siempre es efectiva. Parece, a veces, que escuela y familia escogen caminos paralelos de actuación, en lugar de trabajar en sinergia, de la mano, por un fin común.
Para que la participación – colaboración entre el centro educativo y las familias sea efectiva y eficaz, ambos agentes deben conocer o tener acceso a la información en ambos sentidos, bidireccional. En este aspecto nos referimos a que padres y docentes se escuchen mutuamente y acuerden qué hacer después de intercambiar información y puntos de vista. Esto implica cambiar el tipo de relación tan frecuente: los docentes "recomiendan" y las familias obedecen o ignoran. Los padres afirman que tienen una serie de derechos que los centros deben satisfacer y los docentes deben tener en su mano, como profesionales que son, todas las soluciones y acciones sobre cómo educar a sus hijos. A la par, los profesores piensan que la implicación de las familias en los centros conlleva un mayor control, una mayor exigencia, reglas de actuación extras; además, consideran que los padres no tienen interés en implicarse en la escuela, dado que delegan responsabilidades en los docentes. Por estos motivos, profesores-padres se cierran a una mayor colaboración y tienden a participar conjuntamente de manera
Explicación: