¿Como crees que se encuentra el mercado de trabajo y la situacion laboral en nuestro pais en la actualidad?
Respuestas a la pregunta
Explicación:
La tendencia a trabajar online a distancia está experimentando un impulso decisivo mientras el Covid-19 fuerza a empresas y organizaciones a imponer políticas de trabajo remoto en un mundo que cada vez proscribe más el contacto físico. El cambio repentino al trabajo digital remoto, masivamente y de la noche a la mañana, tiene el potencial de acelerar los cambios en la forma de trabajar y en nuestras ideas sobre la organización del trabajo.
Si observamos el cuadro más amplio, el Covid-19 puede resultar un punto de inflexión trascendental para la transformación digital del lugar de trabajo. Parece casi imposible que se vuelva a encerrar al genio digital en la botella una vez que la emergencia sanitaria haya terminado.
Mientras el virus continúa propagándose, por primera vez algunos empleados trabajarán desde su casa, en contextos habilitados digitalmente y no limitados a un espacio de oficina tradicional. Sus vidas laborales se verán enormemente alteradas, patas arriba. Sin embargo, para millones de trabajadores de todo el mundo que hacen trabajos puntuales por encargo, trasladar su vida laboral a internet no es algo nuevo. Es la manera habitual de trabajar.
En especial para quienes hacen trabajo colaborativo en la economía de pequeños encargos o «economía gig», «el trabajo» no es un lugar: es una tarea basada en la web o una actividad que puede realizarse desde cualquier lugar que permita la conectividad de internet. Muchos millennials e integrantes de la Generación Z experimentan hoy el modelo de la economía gig precisamente por la flexibilidad y la libertad que puede ofrecer el trabajo digital remoto. El Covid-19 podría ser el catalizador que lleve la evolución de la organización del «trabajo en cualquier lugar» a otro nivel, mejorando considerablemente las oportunidades para colaborar, pensar, crear y conectarse de forma productiva.
Una inmensa presión
Sin embargo, no todo es color de rosa. En la actualidad, el Covid-19 está imponiendo una enorme presión sobre el contingente de trabajadoras y trabajadores mal remunerados que realizan pequeños encargos, a menudo vinculados a plataformas digitales –como los de transporte o reparto de comida–. Estos trabajadores que carecen de acceso a los beneficios del seguro de desempleo o de licencia por enfermedad, o que tienen un acceso inadecuado a ellos, son los más afectados en Estados Unidos, Europa y Asia, después del personal médico, de enfermería y de otros sectores sanitarios. En algunos de los países con mayor cantidad de infectados, como Italia, algunos repartidores que trabajan para aplicaciones de entrega de comida siguen trabajando porque no pueden darse el lujo de no hacerlo.
En consecuencia, la crisis del Covid-19 pone en particular a quienes dependen del trabajo por pequeños encargos como su principal fuente de ingreso en una posición extremadamente vulnerable frente a riesgos (incluso mortales) para su salud. Socava su dignidad e intensifica las divisiones sociales y económicas que podrían potencialmente generar nuevas grietas, enojo o descontento político en muchos países y regiones.
Mientras se desarrolla la crisis, estos trabajadores no serán los únicos que sufran más de lo habitual. A mediados de marzo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hizo pública una «elevada» cifra estimada de desempleo global de 24,7 millones a causa del Covid-19; una semana más tarde, el jefe del Departamento de Política de Empleo de la misma institución advirtió que la cifra final podría ser aún «mucho más elevada». En comparación, el desempleo global se incrementó en 22 millones durante la crisis de 2008-2009. También se espera que a escala mundial pueda haber hasta 35 millones más de trabajadores pobres que antes del pronóstico pre-Covid-19 para 2020