¿Cómo cambió el mapa de América después de las Revoluciones Iberoamericanas?
Respuestas a la pregunta
Explicación:
Antes, durante y poco después de la Segunda Guerra Mundial, tres de las principales naciones americanas, Argentina, Brasil y México, estaban dirigidas por gobiernos no democráticos. Por orden cronológico:
Getulo Vargas entre 1930 y 1954 en Brasil
Lázaro Cárdenas entre 1934 y 1930 en México
Juan Domingo Perón entre 1946 y 1955 en Argentina
A partir del final de la Segunda Guerra Mundial, la política de América Latina estuvo condicionada por la confrontación entre bloque capitalista y comunista, del denominado periodo de la Guerra Fría. Todos los movimientos sociales del continente americano se vieron afectados por esa lucha ideológica y de poder.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con derrota del nazismo y del fascismo, algunos Estados latinoamericanos pasaron de dictaduras de corte derechista a democracias liberales. Fue el caso de Argentina, Bolivia, Brasil, Guatemala, Perú y Venezuela. Los países que ya tenían regímenes democráticos los consolidaron, como sucedió en Chile, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay. Las dictaduras remanentes en América Central y Paraguay se vieron afectadas por las influencias democráticas de sus vecinos.
Todo este aperturismo liberalizador y democrático puso a los Estados Unidos en guardia contra este proceso que temía una deriva comunista en toda Latinoamérica. La política anticomunista propugnada por el senador estadounidense McArthy, simbolizaba el anticomunismo que perduró en la política exterior norteamericana de la segundad mitad del siglo XX.
Para los norteamericanos la región sur del continente americano se consideraba un actor secundario, aunque algunos de esos países reclamaban un trato similar al que Washington había dado a Europa con las ayudas del Plan Marshall. Las sucesivas administraciones de los presidentes norteamericanos de la posguerra, Truman y Eisenhower prestaron alguna atención económica a América Latina. Pero el “peligro rojo” alertó a los conservadores norteamericanos, que pronto pasaron a la acción para defender sus intereses económicos en toda América Latina.
El primer país donde los norteamericanos se emplearon a fondo fue en Guatemala. Desde mediados de los cuarenta, este país había emprendido el camino hacia la democratización que consiguiera una mejor distribución de la riqueza. Ese proceso encontraba el gran obstáculo de los oligarcas locales y de los intereses de las multinacionales norteamericanas que explotaban la riqueza agrícola guatemalteca.
La reforma agraria, que el presidente Jacobo Arbenz, llevó a cabo en 1952, provocó la hostilidad de las empresas norteamericanas United Fruit Company e International Railway Company, que con esa reforma veían grandemente afectados sus intereses en Guatemala. El temor a una deriva comunista del país llevó a los norteamericanos a planificar un derrocamiento del gobierno de Arbenz.
El 17 de junio de 1954 un golpe de Estado destituyó a Jacobo Arbenz y puso al frente de la nación al Carlos Castillo Armas, quien era declaradamente pro-norteamericano y anticomunista. Ni la Organización de Estados Americanos (OEA) ni las Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenaron el golpe. Tras la el golpe vino se liquidó cualquier atisbo de reforma y comenzó la represión contra los disidentes calificados de comunistas.
La revolución cubana
El 1 de enero de 1959, la historia se empieza a escribir de nuevo en Latinoamérica. Triunfa una revolución larvada durante años contra la opresión de una dictadura servil con los intereses de las compañías norteamericanas. Ese día, Fidel Castro entra en la Habana y toma el poder destituyendo al hasta ahora presidente de Cuba, Fulgencio Batista Zaldívar.
Una vez en tomaron el poder los seguidores de Castro, las relaciones con los Estados Unidos comenzaron a deteriorarse:
La ley de Reforma Agraria, de 17 de mayo de 1959, fue el principio de la ruptura entre los dos países. Aunque inicialmente el presidente norteamericano Eisenhower había reconocido la expropiación de los grandes latifundios, según establecía la mencionada ley, las presiones de la compañía estadounidense United Fruit, que no aceptó las compensaciones que contemplaba dicha ley, llevaron a Eisenhower a reconsiderar su posición inicial, por lo que inició su beligerancia contra el régimen de Castro.
El gobierno cubano estableció relaciones con la Unión Soviética el 9 de mayo de 1960. Los cubanos necesitaban exportar su azúcar y los soviéticos le ofrecían petróleo a cambio. Parte del entonces bloque soviético también se sumó al acuerdo y se firmaron convenios con La República Democrática de Alemania, Checoslovaquia y Polonia. Cuba miraba hacia el Este como contrapeso a la hostilidad de los dirigentes de Washington.
Cuando la primera remesa de petróleo soviético desembarcó en Cuba, las empresas norteamericanas del ramo, Texaco y Esso, se negaron a refinarlo. Entonces, Castro incautó y nacionalizó las empresas norteamericanas. Eisenhower respondió suspendiendo la compra de azúcar a Cuba.
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