Cómo ayudó el arte de vanguardia a todas las personas que acaban de pasar las dificultades de la primera y segunda guerra mundial
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Durante la I Guerra Mundial, hay lapsos en los que parecería que los artistas dejaron de trabajar, por lo general entre 1914 y 1918, justo durante la I Guerra Mundial. Pero eso no fue así en realidad. En algunos casos, incluso fueron muy productivos, aclara Angelika Franke, del equipo de la exposición “1914. Vanguardistas en el frente” en la Galería Federal de Arte (Bundeskunsthalle).
Uwe M. Schneede, curador de la exposición, también se sorprendió con la productividad de aquel entonces: “Es asombroso cómo los artistas trabajaban en el frente y tras el frente, a veces con los medios más primitivos. Fernand Léger pintaba sobre cortezas de árbol, otros usaban acuarelas sobre papel, y así hay gran cantidad de trabajos de los que ni siquiera sabíamos”, resume Schneede.
El caballero azul
Para entender cómo la guerra cambio el mundo del arte, hay que situarse en el periodo previo a 1914, la época dorada de los vanguardistas internacionales. Superando fronteras y barreras idiomáticas, cooperaban creando redes internacionales y buscando nuevas formas de expresión. Pero mientras los artistas revolucionaban el mundo del arte, los políticos europeos dirigían a sus países hacia la colisión.
Las consecuencias ya son conocidas: diez millones de fallecidos además de incalculables daños corporales e intelectuales. Entre las víctimas también hubo artistas. El colectivo de creadores “El Caballero Azul” simboliza como nadie la fuerza destructiva de la contienda: "Al Caballero Azul pertenecían tres artistas rusos: Marianne von Werefkin, Alexej von Javlensky y Wassily Kandinsky”, aclara Schneede. Afincados en Múnich, trabajaban con artistas como Franz Marc, August Macke y Gabriele Münter. Pero a causa de la guerra tuvieron que abandonar Alemania y el grupo se disolvió. Desde entonces, la guerra se clavó como una espina en la amistad del grupo. Franz Marc defendía la guerra, pero no por razones patrióticas, sino porque consideraba que la vieja Europa estaba podrida. En la guerra vio la fuerza, la pureza y el nuevo renacer. Y cuando se escribía sobre esto con Kandinsky, éste replicaba:“El precio de esa limpieza es espantoso”.
Pero la pasión por el patriotismo quedó rápidamente enterrada en las trincheras. Sobre todo en el frente del oeste, donde la guerra se convirtió en un apocalipsis. Max Beckmann, testigo en 1915 del primer ataque alemán con gas clórico en Ypern (Bélgica), sufrió poco después un ataque nervioso. Otros artistas en uniforme, como George Braque o Michail Larionov, cayeron gravemente heridos.
Las heridas de la guerra también se traslucen en los cuadros, aclara Uwe Schneede. “Ernst Ludwig Kirchner, que no estuvo en el frente sino en un puesto de servicio, hizo un autorretrato con la mano derecha amputada, la mano del pintor”. Como si quisiera expresar que la guerra le había robado su fuerza creativa.
Cuando se dieron cuenta de que los medios que habían utilizado ya no eran adecuados, el arte comenzó a radicalizarse. Artistas como George Grosz llegaron a la conclusión de que un mundo horrible sólo podría ser representado como tal. Kasimir Malevitsch encontró la respuesta en la abstracción más completa. Y con su obra “Cuadrado negro sobre fondo blanco” sentó las bases para el llamado Suprematismo.
En 1916, comenzó en Zúrich el Dadaísmo: una respuesta antiartística, un cuestionamiento de la existencia, una duda pictórica. “No se puede considerar que la guerra haya sido la causa de todo. Pero es un hecho que el movimiento Dada fue posible debido a que algunos artistas huyeron a la Suiza neutral y se pudieron encontrar en Zúrich”, opina Schneede.
Otros prefirieron escaparse a otra realidad como Giorgio de Chirico y Carlo Carrá, que se refugiaron en un psiquiátrico militar para poder pintar con tranquilidad.” De ahí salieron grandes obras de la Pittura Metafísica, precedente del Surrealismo”, aclara el historiador. “No sabemos lo que hubiese pasado si...”, cree también Angelika Franke. Pero para ella, el Suprematismo y el Dadaísmo son claras reacciones artísticas a la guerra.
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