¿Cómo asume la modernidad occidental el progreso intelectual y cuál es su equivalente en Oriente?
¿El progreso moral es proporcional o equivalente al progreso material en la cultura occidental?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Entre los siglos XVII y XX se desató en el mundo occidental una fuerte polémica
respecto a la importancia de organizar racionalmente la vida humana y el lugar que debía
ocupar el intelectual en la organización de esta sociedad. Este debate dejó claramente
establecido el lugar, nada despreciable, que reclamaba el intelectual moderno como
portador del saber que permitiría el surgimiento de un ordenamiento racional y de los
instrumentos teóricos que posibilitarían criticarlo y combatirlo. La sociedad moderna
patrocinó esta concepción y en la práctica admitió el papel crucial de los intelectuales en
la elaboración de los principios ordenadores de la vida social y política. En las últimas
décadas del siglo XX, sin embargo, este panorama cambió. Las voces de destacadas
figuras del mundo intelectual arremetieron contra el papel que venía desempeñando el
intelectual moderno y plantearon la necesidad de reorientar sus funciones. En este trabajo
se analiza el papel que reclamó el intelectual en la sociedad moderna de los siglos XVII
al XX y las tesis de varios críticos contemporáneos que impugnaron dicho papel en un
esfuerzo por distanciarse de él.
Hay un momento en la vida de las sociedades en que el término progreso moral, que tanto ha inquietado a los filósofos (Platón, Aristóteles, Kant, Marx, Nozick, Rawls), se hace ineludible, sobre todo cuando en tal sociedad ha habido una visible degeneración del tejido comunitario. El progreso tecnológico es perfectamente identificable (se hace evidente en las formas de producción de tales sociedades), pero la identificación del progreso moral es más escurridiza puesto que entronca con aspectos culturales, religiosos, políticos e incluso de costumbres, que varían (a veces radicalmente) de un país a otro.
Explicación: