Cómo Aplicar El Valor De La Perseverancia❓PORFISS!!!
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
1. Dar ejemplo
El valor de la perseverancia en los niños se aprende, sobre todo con el ejemplo de los padres. Somos su referente, por eso debemos ser perseverantes nosotros también con nuestras propias acciones. Demostrarles que tampoco conseguimos todo a la primera, y que por eso seguimos intentándolo hasta lograrlo.
2. Ayudarles a identificar sus ilusiones y metas
Como padres tenemos que fomentar que nuestros hijos exploren y experimenten para encontrar lo que les apasiona, porque esta ilusión es la que alimenta sus vidas y les motiva a seguir aprendiendo cosas nuevas.
3. Razonar con ellos la necesidad de esforzarse
Para poder alcanzar una meta es muy importante que los hijos entiendan que sin esfuerzo no hay logros. A veces los padres tendemos a sobreprotegerlos, no queremos que se equivoquen, que sufran o que se hagan daño. Estos miedos y la prisa diaria provocan que terminemos por darles todo hecho. Al final, el niño, en lugar de aprender de sus errores y, con tiempo y paciencia, realizar las cosas por sí mismo, aprende que siempre habrá alguien que se lo hará. Sin darnos cuenta les estamos haciendo perezosos e inseguros, en lugar de resolutivos ante la vida.
4. Terminar lo que uno empieza
Es importante no caer en la tentación de terminar lo que ha empezado el pequeño cuando nos dice «no puedo» o «ayúdame». Aquí volvemos a optar por la solución fácil y rápida. Los padres somos su fuente de motivación principal, y tenemos que ayudarle a creer en sí mismo y animarle siempre a terminar lo que ha empezado. Si no lo consigue, debemos alentarle para que siga intentándolo, y no alimentar su sentimiento de frustración.
5. La motivación es clave
Ante cualquier reto, la motivación es clave, y no hay mejor motor que la propia familia. La satisfacción que aporta conseguir algo que nos hemos propuesto gracias a nuestro propio esfuerzo es la mayor recompensa. Digamos que el sentimiento de satisfacción de los retos conseguidos alimenta la seguridad y confianza en uno mismo ante los futuros desafíos.
6. Las dificultades y los fracasos son oportunidades
A veces nos esforzamos mucho y aun así nos encontramos con dificultades y fracasos. Pero estos no deberían ser vistos como una tragedia, sino como una experiencia más. A nadie le gusta experimentar una derrota, pero aún es más duro para un hijo advertir la desilusión de un padre. Nuestra figura está para ofrecerles recursos, no más obstáculos, para animarle a seguir intentándolo y, sobre todo, para abrazarlo si se siente derrotado.
7. Elogios en lugar de premios y consecuencias en lugar de sanciones
Es habitual pensar que los premios y regalos son una buena motivación para nuestros hijos. Pero, en realidad, les tenemos que educar en la importancia del esfuerzo para conseguir el objetivo. Y es ese esfuerzo, con meta o sin meta conseguida, el que se merece ser elogiado por nosotros, el mejor premio que podemos darles. De la misma forma debemos tratar los castigos o las riñas. A medida que el niño va adquiriendo responsabilidades, entiende que sus acciones tienen consecuencias.