Religión, pregunta formulada por catotasalome, hace 8 meses

Como actuaba jesus atrevez de la etica y la moral

Respuestas a la pregunta

Contestado por thassukinecochan34
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Respuesta:

Una de las características determinantes de la personalidad de Jesús de Nazaret es su poder de convocatoria. Los relatos del evangelio reflejan repetidamente cómo la gente acudía en masa cada vez que Jesús se hacía presente en alguno de los pueblos y aldeas de Galilea. Cómo en alguna ocasión era tal la cantidad de gente que lo rodeaba que su propia familia no pudo abrirse paso para acercarse a él. Otras veces, cuando quiso retirarse del bullicio de la multitud, y pidió a Pedro que lo llevase en la barca a un lugar más solitario, la multitud los siguió por tierra desde la costa del lago para reencontrarlo cuando desembarcase.

El origen de este poder de convocatoria, de este atractivo que la personalidad de Jesús despertaba en la población de Galilea partía de que, cómo decían los que le escuchaban, "enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Mt 7,28), que se limitaban a repetir las lecciones y textos memorizados. Esta originalidad personal de Jesús, al presentar su visión de Dios y de la religión, consistía en que no proponía un catálogo de obligaciones y prohibiciones. Jesús fue un fiel cumplidor de la ley. Así mismo fue un lector crítico de la ley. Crítico en el sentido de que puso de manifiesto los absurdos a que se podía llegar haciendo de la ley un lectura meramente literal, sin penetrar en el sentido subyacente a sus enunciados. La frase de Jesús es significativa: "El sábado se ha hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado".

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El mensaje que Jesús transmitía era una proclamación de valores superiores inspiradores de la vida del hombre en su camino hacia Dios. Las parábolas, mediante las cuales pretendió explicar en forma popular su personal concepción de la vida humana, no contienen obligaciones ni prohibiciones, sino planteamientos globales sobre el sentido y la razón de ser de la vida. El tesoro oculto con mayor valor que cualquier otra cosa, la semilla (palabra de Dios al hombre) que se pierde o fructifica, el samaritano que interrumpe su viaje para atender a un herido son formas globales de explicar por qué y para qué vivimos. Esta forma de expresarse fue la que a unos los entusiasmaba y a otros les causaba desconcierto. Desconcierto que les llevó a pensar que Jesús era un personaje peligroso porque ponía en cuestión la doctrina dominante de los teólogos de la época (los escribas), incluso las estructuras de la organización religiosa del Templo de Jerusalén.

Haciendo una síntesis de los valores que Jesús personalmente apreció, y pretendió transmitir a sus seguidores, pudiéramos subrayar tres fundamentales: la pobreza, la verdad, la misericordia.

Jesús fue amante de la pobreza, no de la miseria. En una sociedad dominada por poderosos terratenientes, por funcionarios del imperio o de los reyes subordinados al imperio, por la clase sacerdotal de los saduceos, que cobraban exacciones a las clases inferiores de campesinos y artesanos, Jesús se situó en este último grupo. Sea su propia familia, sean las personas que incorporó a su grupo, pertenecían a este sector social de menor renta. Fue crítico respecto del comportamiento de la clase dominante de la época. No se puede servir a Dios y al dinero afirmó en cierta ocasión, otra vez dijo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico se incorpore al proyecto del Reino de los Cielos, contrapuso la figura del rico que daba lujosos banquetes al pobre que no tenía donde caerse muerto.

El segundo valor de Jesús fue la verdad. La obsesión de Jesús por la verdad le llevó a distanciarse del grupo de los fariseos. Estos conservadores religiosos habían reducido las relaciones del hombre con Dios a ritos y normativas legales rigurosas. Les dijo claramente que lo que mancha al hombre no es comer carne de cerdo, de vacuno o de pollo. Eso para Dios es insignificante. Lo que mancha al hombre son las intenciones que alberga en su corazón.

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