comenta el siguiente texto:
La dictadura del clase del proletariado como punto de transición necesario para llegar a la supresión de las diferencias de clase, a la supresión de todo el régimen de producción sobre el cual reposan estas, a la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a este régimen de producción, al trastrocamiento de todas las ideas que emanan de estas relaciones sociales.
una extensión breve, gracias :)
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LAS LUCHAS DE CLASES EN FRANCIA DE 1848 A 1850
Fue el primer ensayo de Marx para explicar un fragmento de historia contemporánea mediante su concepción materialista, partiendo de la situación económica existente.
Cuando Marx emprendió este trabajo, la mencionada fuente de errores era todavía mucho más inevitable. Resultaba absolutamente imposible seguir, durante la época revolucionaria de 1848-1849, los cambios económicos que se operaban simultáneamente y, más aún, no perder la visión de su conjunto. Lo mismo ocurría durante los primeros meses del destierro en Londres, durante el otoño y el invierno de 1849-1850. Pero ésta fue precisamente la época en que Marx comenzó su trabajo. Y, pese a estas circunstancias desfavorables, su conocimiento exacto, tanto de la situación económica de Francia en vísperas de la revolución de Febrero como de la historia política de este país después de la misma, le permitió hacer una exposición de los acontecimientos que descubría su trabazón interna de un modo que nadie ha superado hasta hoy y que ha resistido brillantemente la doble prueba a que hubo de someterla más tarde el propio Marx.
Inmediatamente después del golpe de Estado dado por Luis Bonaparte el 2 de diciembre de 1851, Marx sometió a un nuevo estudio la historia de Francia desde febrero de 1848 hasta este acontecimiento, que cerraba por el momento el período revolucionario.
Lo que da, además, a nuestra obra una importancia especialísima es la circunstancia de que en ella se proclama por vez primera la fórmula en que unánimemente los partidos obreros de todos los países del mundo condensan su demanda de una transformación económica: la apropiación de los medios de producción por la sociedad. En el capítulo segundo, a propósito del «derecho al trabajo», del que se dice que es la «primera fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado», escribe Marx: «Pero detrás del derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el capital la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase obrera asociada, y por consiguiente la abolición tanto del trabajo asalariado como del capital y de sus relaciones mutuas». Aquí se formula, pues —por primera vez—, la tesis por la que el socialismo obrero moderno se distingue tajantemente de todos los distintos matices del socialismo feudal, burgués, pequeñoburgués, etc., al igual que de la confusa comunidad de bienes del comunismo utópico y del comunismo obrero espontáneo. Es cierto que más tarde Marx hizo también extensiva esta fórmula a la apropiación de los medios de cambio, pero esta ampliación, que después del "Manifiesto Comunista" se sobreentendía, era simplemente un corolario de la tesis principal. Alguna gente sabia de Inglaterra ha añadido recientemente que también deben transmitirse a la sociedad los «medios de distribución». A estos señores les resultaría difícil decirnos cuáles son, en realidad, estos medios económicos de distribución distintos de los medios de producción y de cambio; a menos que se refieran a los medios políticos de distribución: a los impuestos y al socorro de pobres, incluyendo el Bosque de Sajonia y otras dotaciones. Pero, en primer lugar, éstos son ya hoy medios de distribución que se hallan en poder da la colectividad, del Estado o del municipio y, en segundo lugar, lo que nosotros queremos es abolirlos.
Fue el primer ensayo de Marx para explicar un fragmento de historia contemporánea mediante su concepción materialista, partiendo de la situación económica existente.
Cuando Marx emprendió este trabajo, la mencionada fuente de errores era todavía mucho más inevitable. Resultaba absolutamente imposible seguir, durante la época revolucionaria de 1848-1849, los cambios económicos que se operaban simultáneamente y, más aún, no perder la visión de su conjunto. Lo mismo ocurría durante los primeros meses del destierro en Londres, durante el otoño y el invierno de 1849-1850. Pero ésta fue precisamente la época en que Marx comenzó su trabajo. Y, pese a estas circunstancias desfavorables, su conocimiento exacto, tanto de la situación económica de Francia en vísperas de la revolución de Febrero como de la historia política de este país después de la misma, le permitió hacer una exposición de los acontecimientos que descubría su trabazón interna de un modo que nadie ha superado hasta hoy y que ha resistido brillantemente la doble prueba a que hubo de someterla más tarde el propio Marx.
Inmediatamente después del golpe de Estado dado por Luis Bonaparte el 2 de diciembre de 1851, Marx sometió a un nuevo estudio la historia de Francia desde febrero de 1848 hasta este acontecimiento, que cerraba por el momento el período revolucionario.
Lo que da, además, a nuestra obra una importancia especialísima es la circunstancia de que en ella se proclama por vez primera la fórmula en que unánimemente los partidos obreros de todos los países del mundo condensan su demanda de una transformación económica: la apropiación de los medios de producción por la sociedad. En el capítulo segundo, a propósito del «derecho al trabajo», del que se dice que es la «primera fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado», escribe Marx: «Pero detrás del derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el capital la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase obrera asociada, y por consiguiente la abolición tanto del trabajo asalariado como del capital y de sus relaciones mutuas». Aquí se formula, pues —por primera vez—, la tesis por la que el socialismo obrero moderno se distingue tajantemente de todos los distintos matices del socialismo feudal, burgués, pequeñoburgués, etc., al igual que de la confusa comunidad de bienes del comunismo utópico y del comunismo obrero espontáneo. Es cierto que más tarde Marx hizo también extensiva esta fórmula a la apropiación de los medios de cambio, pero esta ampliación, que después del "Manifiesto Comunista" se sobreentendía, era simplemente un corolario de la tesis principal. Alguna gente sabia de Inglaterra ha añadido recientemente que también deben transmitirse a la sociedad los «medios de distribución». A estos señores les resultaría difícil decirnos cuáles son, en realidad, estos medios económicos de distribución distintos de los medios de producción y de cambio; a menos que se refieran a los medios políticos de distribución: a los impuestos y al socorro de pobres, incluyendo el Bosque de Sajonia y otras dotaciones. Pero, en primer lugar, éstos son ya hoy medios de distribución que se hallan en poder da la colectividad, del Estado o del municipio y, en segundo lugar, lo que nosotros queremos es abolirlos.
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