comenta dos propuestas para fomentar la unidad entre las regiones del Ecuador
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La región de América Latina y el Caribe observa con interés la idea de convertirse en un vecindario de puertas abiertas.
Las bondades de la integración comercial, según los expertos, podrían ser clave para un futuro con crecimiento positivo y sostenible. Así lo establece un nuevo informe insignia del Banco Mundial “Mejores Vecinos: Hacia una renovación de la integración económica en América Latina” el cual analiza el cambio del entorno mundial y resume las ventajas de convertirse en una región abierta e integrada comercialmente.
Pero el concepto no es nuevo para la región; existieron y existen cada vez más iniciativas para fortalecer las economías regionales. De hecho, antes del año 2000, el país promedio latinoamericano mantenía acuerdos comerciales preferenciales con cerca de cuatro socios regionales, mientras que para 2013 esta cifra se elevó a cerca de 10.
Sin embargo, estos no siempre demostraron una gran apertura hacia una real integración regional.
En el mundo, la mitad de los flujos comerciales ocurren entre socios regionales. Sin ir más lejos, en la UE15 + (Unión Europea 15 ampliada) y la región de Asia Oriental y el Pacífico, las exportaciones intrarregionales representaron el 60% y el 50% del comercio total, respectivamente. En el otro extremo, regiones como Asia Meridional, África Subsahariana y Oriente Medio y Norte de África, las exportaciones intrarregionales significaron un escaso 10% a un 15% del comercio total.
A pesar de los esfuerzos latinoamericanos por integrase comercialmente, el volumen de las exportaciones intrarregionales en relación a las exportaciones totales se han mantenido a través de los años en un promedio del 20%.
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:3
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ECUADOR: ESCENARIO DE LA DIVERSIDADUNA COMPLEJA REALIDAD Ecuador ha sido en varias etapas de su historia reciente el primer productor de banano en el mundo. Por ello, muchos en Europa y Norteamérica identifican el nombre de nuestro país con el banano. Pero el Ecuador no es, ciertamente, una “banana republic”, como con desprecio e ignorancia ciertos políticos norteamericanos solían calificar a los países cuyo pequeño tamaño, reducida población e inestable vida política les impulsaba a pensar que eran también simples o primitivos. Nuestro país es pequeño, sobre todo si lo comparamos en el ámbito de América del Sur, donde hay repúblicas de grandes dimensiones, aún comparadas a escala mundial. Pero el Ecuador no es simple, no es sencillo. Es una entidad social y política compleja. En muchos sentidos, lo es mucho más que la mayoría de los países del mundo, algunos de ellos bastante más grandes y poblados. Ningún país es simple, pero el nuestro es aún más complicado de lo que nosotros mismos estamos dispuestos a admitir. Por ello, al tratar de entender el Ecuador no podemos caer en la tentación de repetir estereotipos o lugares comunes. No podemos, por ejemplo, sostener que debemos pugnar por la unidad étnica, eliminar a los indios y negros; “mejorar la raza”, como se dice vulgarmente, para unificar al país. Tampoco es aceptable pensar que como los indígenas son descendientes de los pobladores originales de estas tierras, solo a ellos les pertenecen, y los blancos o mestizos tenemos que emigrar o vivir aquí como extranjeros en nuestra propia tierra. En otro orden de cosas, no parece correcto pensar que defender la unidad nacional y combatir al regionalismo es suprimir la identidad y las demandas de los pueblos costeños, o de vuelta, separar a la costa de la sierra en dos países distintos. Tampoco es justo pensar que nuestras diferencias religiosas se superarían a fuerza de imponer de nuevo al catolicismo como religión única. Aunque nunca en el pasado nuestro país vivió aislado del resto del mundo, hasta hace no mucho solíamos pensar que Ecuador era la última esquina de la tierra y que la realidad externa lo influía poco o nada. Pero ahora no solo sentimos que somos parte de una realidad cada vez más influida por un mundo globalizado en acelerado cambio, sino que el creciente número de ecuatorianos y ecuatorianas que dejan el país nos vuelve cada vez más concientes de que la migración cambia al Ecuador, por dentro y por fuera, de muchas maneras, profundizando los rasgos de su diversidad. Para enfrentar nuestros problemas debemos aceptar nuestra diversidad como pueblo. Y esta no es ciertamente una tarea fácil, sobre todo si tomamos en cuenta que la heterogeneidad y las diversidades se dan en una realidad de subdesarrollo y de pobreza. La gran mayoría de los ecuatorianos es pobre y casi la mitad vive en situación de pobreza extrema o miseria. Aunque se han
8erradicado varias enfermedades, hay todavía otras que matan a una escandalosa parte de nuestra población, especialmente a los niños. Y esto solo añade una dimensión conflictiva y dolorosa a nuestra realidad como pueblo. Si queremos entender al Ecuador y mantener su unidad no nos queda otra alternativa que aceptar su diversidad, entenderla como un hecho que es parte de nuestra manera más profunda de ser; como una riqueza más que como un obstáculo; como un desafío para el futuro mas que una carga heredada del pasado. LAS .