Psicología, pregunta formulada por villceleste68, hace 2 meses

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Respuestas a la pregunta

Contestado por elizabeth17102006
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Respuesta:

En su escrito sobre el fetichismo, Freud se refiere a la noción de represión como a la pieza más antigua de la terminología psicoanalítica (Freud, 1981k, p. 2994). Ella fue el primer resultado del paso de la medicina al psicoanálisis en el tratamiento de las neurosis. Freud decidió investigar la génesis de los síntomas de tales afecciones, convencido de que éstos tienen un sentido, o sea que se los puede integrar en la comprensión de la totalidad de la vida psíquica de la persona en la que se dan. Inició entonces, con ese fin, un procedimiento destinado a que los pacientes pudieran recordar y narra circunstancias olvidadas que tuvieran relación íntima con los síntomas. En todos los casos tropezó con una tenaz resistencia al recuerdo, de la cual el sujeto no siempre tenía conciencia y que sólo podía ser explicada por una teoría dinámica, es decir, centrada en la idea de un conflicto entre fuerzas psíquicas, uno de cuyos intentos de solución fuese el de rechazar elementos anímicos intolerables y mantenerlos alejados de la conciencia (Freud, 1981w, p. 2054). Eso es precisamente la represión, y la resistencia es su expresión en el tratamiento terapéutico: ambas son producidas por las mismas fuerzas antagónicas.

Esto hace ver que el mérito de la noción no está simplemente en su carácter de descubrimiento inicial. Freud la consideraba como piedra angular del edificio teórico que él construyó (Freud, 1981q, p. 1900); como punto central con el cual se pueden enlazar todos los aspectos de la teoría psicoanalítica (Freud, 1981a, p. 2774). En efecto, la represión aparece como el más notable de los mecanismos desencadenados por el conflicto entre diversas instancias anímicas., y todo el psicoanálisis como empresa teórica está destinado a comprender y explicar ese conflicto como la realidad que “rige en general toda nuestra vida psíquica” (Freud, 1981ae, p. 3107), y cuyo complejísimo resultado es la cultura (arte, religión, ética, política, etc.).

Para una persona que se sintiera agredida por un estímulo exterior insuprimible e insoportable (por ejemplo, ruidos demasiado intensos o una luz enceguecedora), la única defensa sería el alejamiento, la fuga. Esto no es posible, en cambio, cuando el estímulo apremiante sentido como intolerable es una fuerza que procede del interior del organismo. En los casos en los que el sujeto no alcanza a dominarlo mediante un procedimiento consciente y razonable, interviene como un mecanismo de defensa la represión. Algunas veces, como el recurso máximo; otras, como parte de un complejo de técnicas defensivas. Esta repulsa de efecto continuado tiene lugar cuando una pulsión -una urgencia somática planteada a la vida psíquica (Freud, 1981f, p. 3381)- es sentida por el sujeto como muy temible. Dado que la satisfacción de una pulsión siempre tiene un carácter placentero, el hecho de que sea experimentada a veces como algo peligroso sólo se explica si el placer que produce puede transformarse en displacer intenso por tratarse de algo inconciliable con otros objetivos y aspiraciones. Los elementos reprimidos, que son indestructibles (ideas, imágenes, etc., vehículos de la pulsión), se organizan en sistemas muy ampliados mediante la inclusión de otras representaciones que se asocian según posibilidades de conexión abiertas por cierto predominio de algún elemento privilegiado (Freud, 1981s, p. 705). Esta organización expansiva y, en cierto modo, finalista se realiza con creciente independencia de la conciencia, siguiendo leyes propias. La represión resulta ser, entonces, como un no querer saber nada de algo, de tal manera que eso de que se trata se hace inexistente para la conciencia (Freud, 1981p, p. 1987) aunque persista vivo y eficaz en la vida psíquica.

Pero lo reprimido “retorna una y otra vez, sin descanso, como un alma en pena” (Freud, 1981d, p. 1428), con mayor o menor vigor según la intensidad de la pulsión con la que está ligado. Por supuesto, se trata de un retorno de incógnito porque la censura psíquica sigue actuando sobre las representaciones reprimidas, que sólo pueden aparecer de manera desfigurada o disfrazada. Los síntomas de las diferentes neurosis (por ejemplo, las parálisis histéricas, las fobias, los rituales obsesivos) son insistencias de aquello cuyo acceso simple y sencillo a la conciencia es impedido. Pero también hay otras formaciones sustitutivas frecuentes en la vida de toda persona, que reemplazan de manera simbólica a las satisfacciones reprimidas: los sueños, los chistes, los actos fallidos (torpezas, olvidos, pérdidas de cosas, lapsus linguae, etc., que son, si bien se los mira, actos sorprendentemente logrados). Se trata siempre del resultado de una especie de transacción, de un acuerdo mediante concesiones recíprocas y furtivas entre las representaciones reprimidas y las instancias represoras.

Aún falta de la info..


elizabeth17102006: Aún falta pero no me deja agregar más:(
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