clases peligrosas definición sociología
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Una sociología de nosotros mismos es ahora, más que nunca, necesaria. Aprendimos a hacer sociología
del conocimiento y de la tecnología (Gouldner, 1978; Latour, 1992), de los movimientos sociales
(Touraine, 1987; Offe, 1988) y de la vida cotidiana de otros (Olabuenaga e Ispizua, 1989; Schwartz &
Jacobs 1984), por ejemplo. Pero una sociología de nuestras propias prácticas como sociólogos, de carne
y hueso, está aún pendiente. No nos hemos mirado en tanto “sujetos transformados”. A tal ausencia
apunta este ensayo, poniendo particular énfasis en lo que deseo nombrar como “prácticas peligrosas” de
esos “sujetos transformados” que somos todos nosotros en tanto sociólogos de este tiempo
caracterizado por la globalización de la academia (con predominio de la cultura anglosajona en lo que se
ha nombrado “americanización de la ciencia”) y de cara a la profunda brecha digital entre países que se
antoja insalvable a pesar de todos los tecnooptimismos posibles. Prácticas peligrosas de los sociólogos
en tanto tema de interés científico para una sociedad que ha definido nuestras vidas por sistemas de
evaluación y participación institucional dominados por un “interés instrumental” de becas, estímulos
económicos y estrategias de permanencia y adscripción institucional que han transformado no sólo las
estructuras institucionales de la ciencia social mexicana sino también, la latinoamericana. Una aspiración
por trazar las dimensiones críticas de la sociología mexicana en acción se presenta aquí: no se trata de
una sociología del riesgo (Luhmann, 2007), sino de discutir la forma en que nuestras prácticas se han ido
alejando, paulatinamente, del “peligro” en tanto objeto de debate y conflicto social. Es este, al final, un
alegato a favor de la práctica de una “sociología peligrosa
Explicación:
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