ciudad o país donde se publicó el clis del sol
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Respuesta:
facilisimo
Explicación:
se encuentra en el paiz o ciudad de san jose
dame una estrella y un corazon por la respuesta
Respuesta:
El clis de sol - Manuel González Zeledón (Magón)
Manuel González Zeledón (Magón), Costa Rica 1866-1936.
Comenzó su carrera en el periódico La Patria. Fundó con otros escritores el periódico El País.
Fue embajador de Costa Rica en Washington desde 1932 hasta 1936, año de su fallecimento.
En 1953 la Asamblea Legislativa de Costa Rica lo designó como Benemérito de las Letras Patrias.
El cuento "El clis del sol" —que se puede leer más abajo— muestra característica que tuvo el pueblo costarricense campesino.
El clis del sol
No es cuento, es una historia que sale de mi pluma como ha ido brotando de los labios de ñor Cornelio Cacheda, que es un buen amigo de tantos como tengo por esos campos de Dios. Me la refirió hará cinco meses, y tanto me sorprendió la maravilla el no comunicarla para que los sabios y los observadores estudien el caso con el detenimiento que se merece.
Podría tal vez entrar en un análisis serio del asunto, pero me reservo para cuando haya oído las opiniones de mis lectores. Va, pues, monda y lironda, la consabida maravilla.
Nor Cornelio vino a verme y trajo consigo un par de niñas de dos años y medio de edad, como nacidas de una sola "camada" como él dice, llamadas María de los Dolores y María del Pilar, ambas rubias como una espiga, blancas y rosadas como durazno maduro y lindas como si fueran "imágenes", según la expresión de ñor Cornelio. Contrastaban la belleza infantil de las gemelas con la sincera incorrección de los rasgos fisionómicos de ñor Cornelio, feo si los hay, moreno subido y tosco hasta lo sucio de las uñas y lo rajado de los talones. Naturalmente se me ocurrió en el acto preguntarle por el progenitor feliz de aquel par de boquirrubias. El viejo se chilló de orgullo, retorció la jetaza de pejibaye rayado, se limpió las babas con el revés de la peluda mano y contestó:
—¡Pos yo soy el tata, más que sea feo el decilo! No se parecen a yo, pero es que la mama no es tan pior, y pal gran poder de mi Dios no hay nada imposible.
—Pero dígame, ñor Cornelio, ¿su mujer es rubia, o alguno de los abuelos era así como las chiquitas?
—No, señor; en toda la familia no ha habido ninguno gato ni canelo; todos hemos sido acholaos.
—Y entonces, ¿cómo se explica usted que las niñas hayan nacido con ese pelo y esos colores?
El viejo soltó una estrepitosa carcajada, se enjarró y me lanzó una mirada de soberano desdén.
—¿De qué se ríe, ñor Cornelio?
—¿Pos no había de rirme, don Magón, cuando veo que un probe inorante como yo, un campiruso pion, sabe más que un hombre como usté que todos dicen qu'es tan sabido, tan leído y que hasta hace leyes onde el Presidente con los menistros?
—A ver, explíqueme eso.
—Hora verá lo que jue.
Nor Cornelio sacó de las alforjas un buen pedazo de sobado, dio un trozo a cada chiquilla, arrimó un taburete, en el que se dejó caer satisfecho de su próximo triunfo, se sonó estrepitosamente las narices, tapando cada una de las ventanas con el índice respectivo, restregó con la planta de la pataza derecha limpiando el piso, se enjugó con el revés de la chaqueta y principió su explicación en estos términos:
—Usté sabe que hora en marzo hizo tres años que hubo un clis de sol en que se oscureció el sol en todo el medio; bueno, pues, como unos veinte días antes Lina, mi mujer, salió habelitada de esas chiquillas. Dende ese entonces le cogió un desasosiego tan grande que aquello era cajeta: no había cómo atajala, se salía de la casa de día y de noche, siempre ispiando pal cielo; se iba al solar, a la quebrada, al charralillo del cerco, y siempre con aquel capricho y aquel mal que no había descanso ni más remedio que dejala a gusto. Ella había sido siempre muy antojada en todos los partos. Vea, cuando nació el mayor jue lo mesmo; con que una noche me dispertó tarde de la noche y m'hizo ir a buscarle cojoyos de cirgüelo macho. Pior era que juera a nacer la criatura con la boca abierta. Le truje los cojoyos; endespués otros antojos, pero nunca la llegué a ver tan desasosegada como con estas chiquitas. Pos hora verá, como l'iba diciendo, le cogió por ver pal cielo día y noche, y el día del clis de sol, qu'estaba yo en la montaña apiando un palo pa un eleje, es qu'estuvo ispiando el sol en el breñalillo del cerco dende buena mañana.
Explicación:
Espero que te ayude dame coronita por favor