Causas y consequencias de la desintegración del Alandalus
Respuestas a la pregunta
Hasta la muerte de Al-Hakam II, en 976, el Califato de Córdoba, conformaba un Estado poderoso, respetado y temido por los reinos cristianos. A su muerte, su hijo Hisham II era todavía un niño, por lo que el visir Al-Mansûr (Almanzor) maniobró para hacerse con el poder, usurpándolo a los Omeyas y haciendo del Califa un simple títere. La fuerza del Califato residía en la unidad de las diferentes etnias islámicas, tras las terribles guerras civiles que habían desangrado el Emirato. Para asegurar y conservar su poder, Almanzor favoreció a los bereberes en detrimento del resto, situación que transmitió a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar. Sin embargo, ante la percepción del debilitamiento del poder amirí, el gobierno de este último fue sacudido por numerosos complots. Abd al-Malik murió en 1008, dejando el poder a su hermano Abd al-Rahmán Sanŷul, o Abderramán Sanchuelo. Este último persuadiría al califa Hisham II para que le designara heredero legítimo del Califato, lo que causó gran indignación y provocó la toma del poder por parte de los últimos miembros supervivientes de la dinastía Omeya.