causas que pueden originar conflictos y sus implicaciones en la convivencia diaria y cuales son las alternativas para solucionarlo
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Una de las causas más frecuentes en el desarrollo de un conflicto es la comunicación. La comunicación es básica en la relación entre dos o más personas, pero también es una de las principales fuentes de conflictos y es de vital importancia en su solución.
Es muy importante cuidar al máximo la forma en que nos comunicamos con los demás. Para ello, hay que tener en cuenta tanto los aspectos verbales como los no verbales.
Una comprensión o interpretación inadecuada del mensaje pueden provocar un conflicto, pero ocurre lo mismo cuando nuestro interlocutor presenta un comportamiento defensivo, mantiene una actitud hostil o realiza excesivas preguntas. Esto puede hacer que el otro se sienta interrogado.
Otras causas
A parte de la comunicación, se establecen varias causas para que se produzca un conflicto:
Problemas de relación: existen dificultades en la relación entre dos o más personas debido a la aparición de comportamientos inesperados o inapropiados, estereotipos y prejuicios, etc.
Problemas de información: los implicados pueden tener diferentes percepciones sobre algo, lo que impide que se pongan de acuerdo y se genera una discusión.
Intereses y necesidades incompatibles: pueden ser materiales o inmateriales, pero al no coincidir provocan un conflicto.
Por preferencias, valores o creencias: tienen una connotación emocional o psíquica. No compartir una serie de valores, creencias o preferencias puede impedir el acercamiento y la buena relación entre las personas.
Conflictos estructurales: se refieren fundamentalmente a los roles que se asumen en una relación, a la simetría o asimetría de poder.
Entender el conflicto para solucionarlo
En primer lugar se debe analizar el conflicto para conseguir comprenderlo mejor y contribuir a solucionarlo. Para ello, establecen dos fases en el proceso:
Diagnóstico
En primer lugar, es necesario conocer los puntos básicos del conflicto: qué es lo que ha ocurrido, quiénes son los implicados, en qué momento y lugar se ha producido, de qué manera y por qué.
En segundo lugar, hay que centrarse en el curso del problema, en la forma en que se ha ido desarrollando.
En tercer lugar, se prestará atención al conflicto, cuáles son las causas del mismo y qué intereses y metas tiene cada una de las personas implicadas.
Finalmente, habrá que analizar el contexto físico y social en el que se ha producido, así como otros factores que hayan podido influir en su desarrollo.
Tipología del conflicto
Debemos tener en cuenta que los conflictos pueden ser de varios tipos en función de sus características:
Según su contenido: políticos, culturales, técnicos, etc.
Según el número de personas implicadas: entre individuos, entre individuo/s y grupo/s, entre grupos pequeños o grandes, entre grupos muy pequeños o muy grandes.
En función del interés por la otra persona se establecen diferentes objetivos que hay que conseguir:
Competición: ambas partes tratan de conseguir el mayor beneficio, independientemente de que esto perjudique al contrario.
Evitación: los implicados pierden interés en solucionar el problema, de manera que ambos salen perjudicados.
Acomodación: una de las partes decide ceder y someterse al deseo del otro, que impone sus condiciones por encima de los deseos del contrario.
Pacto o capitulación: es la meta de la negociación. Los participantes renuncian a algunos beneficios para que todos puedan conseguir una solución satisfactoria al problema.
Cooperación: ambos alcanzan una solución beneficiosa sin tener que renunciar a nada.
Es muy importante cuidar al máximo la forma en que nos comunicamos con los demás. Para ello, hay que tener en cuenta tanto los aspectos verbales como los no verbales.
Una comprensión o interpretación inadecuada del mensaje pueden provocar un conflicto, pero ocurre lo mismo cuando nuestro interlocutor presenta un comportamiento defensivo, mantiene una actitud hostil o realiza excesivas preguntas. Esto puede hacer que el otro se sienta interrogado.
Otras causas
A parte de la comunicación, se establecen varias causas para que se produzca un conflicto:
Problemas de relación: existen dificultades en la relación entre dos o más personas debido a la aparición de comportamientos inesperados o inapropiados, estereotipos y prejuicios, etc.
Problemas de información: los implicados pueden tener diferentes percepciones sobre algo, lo que impide que se pongan de acuerdo y se genera una discusión.
Intereses y necesidades incompatibles: pueden ser materiales o inmateriales, pero al no coincidir provocan un conflicto.
Por preferencias, valores o creencias: tienen una connotación emocional o psíquica. No compartir una serie de valores, creencias o preferencias puede impedir el acercamiento y la buena relación entre las personas.
Conflictos estructurales: se refieren fundamentalmente a los roles que se asumen en una relación, a la simetría o asimetría de poder.
Entender el conflicto para solucionarlo
En primer lugar se debe analizar el conflicto para conseguir comprenderlo mejor y contribuir a solucionarlo. Para ello, establecen dos fases en el proceso:
Diagnóstico
En primer lugar, es necesario conocer los puntos básicos del conflicto: qué es lo que ha ocurrido, quiénes son los implicados, en qué momento y lugar se ha producido, de qué manera y por qué.
En segundo lugar, hay que centrarse en el curso del problema, en la forma en que se ha ido desarrollando.
En tercer lugar, se prestará atención al conflicto, cuáles son las causas del mismo y qué intereses y metas tiene cada una de las personas implicadas.
Finalmente, habrá que analizar el contexto físico y social en el que se ha producido, así como otros factores que hayan podido influir en su desarrollo.
Tipología del conflicto
Debemos tener en cuenta que los conflictos pueden ser de varios tipos en función de sus características:
Según su contenido: políticos, culturales, técnicos, etc.
Según el número de personas implicadas: entre individuos, entre individuo/s y grupo/s, entre grupos pequeños o grandes, entre grupos muy pequeños o muy grandes.
En función del interés por la otra persona se establecen diferentes objetivos que hay que conseguir:
Competición: ambas partes tratan de conseguir el mayor beneficio, independientemente de que esto perjudique al contrario.
Evitación: los implicados pierden interés en solucionar el problema, de manera que ambos salen perjudicados.
Acomodación: una de las partes decide ceder y someterse al deseo del otro, que impone sus condiciones por encima de los deseos del contrario.
Pacto o capitulación: es la meta de la negociación. Los participantes renuncian a algunos beneficios para que todos puedan conseguir una solución satisfactoria al problema.
Cooperación: ambos alcanzan una solución beneficiosa sin tener que renunciar a nada.
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