causas de la discriminación judia
Respuestas a la pregunta
Una característica del antisemitismo moderno es la acusación
de que está en marcha una vasta conspiración judía para dominar el planeta. Estas teorías conspirativas comenzaron a forjarse
durante el siglo XIX y alcanzaron su apogeo en el período de entreguerras, preparando el escenario para la Shoá en Europa. De
acuerdo a estas teorías, los socios o meros instrumentos de esta
conspiración varían de acuerdo a las circunstancias locales o del
momento: puede ser la masonería, el liberalismo, el socialismo, el
comunismo, el feminismo o el pacifismo, o bien todos ellos juntos,
como máscaras que se van cambiando.
Pero, ¿cuándo nacen estas teorías conspirativas, y por qué? Si
bien los primeros autores en hacer estas afirmaciones tenían un
propósito religioso, sobre todo para explicar la caída del Antiguo
Régimen en Francia y la expansión del liberalismo y el constitucionalismo en el continente europeo, el barniz teológico irá quedando de lado a lo largo de la centuria, para enfocarse en cuestiones políticas y económicas. Muchos nostálgicos del antiguo orden
estamental añoraban los regímenes absolutistas que se iban reformando y despreciaban la modernidad, la industrialización, el
ascenso social de las clases medias y la creciente urbanización
del Viejo Continente. En un tiempo de tantos cambios como fue
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Ricardo López Göttig
el siglo XIX, un modo fácil de explicarlos era con una teoría conspirativa en la que un grupo de personas, oculto a la vista, maneja
todos los hilos de la economía y la política con un plan deliberado.
Todo cuanto acontece pretende ser «explicado» desde esta óptica
simplista, sin necesidad de tratar de comprender la complejidad
de los fenómenos sociales, y las pruebas que se ofrecen de tal
conspiración bastarían con ser observadas en la vida cotidiana.
De este modo, una crisis financiera, los conflictos internacionales,
un cambio de gobierno, la inflación o las noticias periodísticas
son inmediatamente identificables como maniobras de la gran
conspiración en marcha.
El texto más conocido sobre la conspiración judía son los llamados Protocolos de los Sabios de Sión que, como se verá más
adelante, se probó su falsificación. No obstante, y a pesar de que
casi la mitad de este libelo fue plagiado de una obra crítica del
emperador Napoleón III decenios antes, los Protocolos fueron
aceptados, promocionados y repetidos en la Alemania nazi y aún
después de la segunda guerra mundial.
Hubo una serie de autores que escribieron durante el siglo XIX
y abonaron el terreno para que la teoría de la conspiración fuese
aceptada por los círculos nacionalistas antisemitas en Europa,
América y Asia.
En 1869, poco tiempo antes de la caída del Segundo Imperio
en Francia, el prolífico escritor sobre cuestiones de ocultismo
Roger Gougenot des Mousseaux publicó Le Juif, le Judaïsme et la
Judaïsation des Peuples Chrétiens («El judío, el judaísmo y la judaización de los pueblos cristianos»), en el que desarrolló su teoría
sobre los objetivos de dominación mundial de los judíos. Sostuvo
que los judíos son un pueblo extendido por todo el planeta y por
eso están en condiciones de dominarlo, ya que manejan el oro
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Origen, mitos e influencias
del antisemitismo en el mundo
y la prensa, además de tener como instrumento a la masonería.
Este objetivo, aseveraba Gougenot des Mousseaux, viene desde el
principio de los tiempos, porque la verdadera creencia del judaísmo es la cábala, a la que él interpretaba como una ciencia oculta
demoníaca con sacrificios humanos, especialmente de cristianos1
. En páginas febriles, el autor narra que la cábala comenzó a
ser practicada por los hijos de Caín, y que ese conocimiento diabólico fue practicado por los fariseos y luego transmitido por los
templarios a los masones. Pero a partir del siglo XVIII, se habrían
escondido en los principios del liberalismo2
y el cosmopolitismo
para provocar revoluciones y derribar las monarquías absolutas3
.
De ese modo, socavan la civilización cristiana y preparan el triunfo del Mesías esperado por los judíos, que no es otro que el Anticristo4
. En este libelo de carácter apocalíptico, será el precursor
de algunas acusaciones que se irán repitiendo durante más de un
siglo: los judíos como agentes de revoluciones y dueños del oro
y la prensa5
. También cabe subrayar el mote de «cosmopolita»,
porque este será el eufemismo con el que se denominará a los
judíos en la Unión Soviética decenios más tarde. Lo que hizo este
autor fue instalar en la modernidad decimonónica las antiguas
acusaciones de que los judíos eran adoradores de Satanás, nacidas en las disputas teológicas entre cristianos y judíos en tiempos
del Imperio Romano.