casos de factorizacion, lo necesito muy urgente
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
casos de factorización
Explicación:
Otros ejemplos: a) 8X + 2Y = 2 * (4X + Y) (En este caso el factor común es 2)
b) a2 + 2a = a(a+2)
c) 10b + 30ab2 = 10b(1 + 3ab)
d) 10a2 + 5a + 15a3 = 5a(2a + 1 + 3a2)
e) 5a3b2x + 15a4bx2 − 35a2b2x4y5 =5a2bx(ab + 3a2x − 7bx3y5 )
Respuesta:
“Si no eres parte del problema, eres parte de la solución”. Esta conocida frase resume, a mi juicio de manera brillante, la diferencia que hay entre una vida feliz y otra llena de amargura y dolor. La pregunta que todos deberíamos hacernos, ojalá cada día al despertar, es ¿en cuál de los bandos queremos estar? He ahí el dilema.
La vida es una sucesión de decisiones. Solo hay dos que que se salen de nuestro alcance: cuándo nacemos y cuándo morimos. Sin embargo, el tiempo que transcurre entre uno y otro momento estamos expuestos a tomar decisiones. Y cuando tomamos decisiones, por supuesto, estamos expuestos a equivocarnos, a fracasar, y a sus consecuencias.
Dicho así, parece simple. Podríamos agregar que es un proceso natural. Pero, lo sabemos, no es así. De hecho, es al contrario: nos educan con un espíritu sobreprotector que nos limita la capacidad para tomar decisiones, que la distorsiona. Por el temor a los efectos, a las consecuencias, preferimos vivir en una urna de cristal creyendo que somos felices.
“Es que no quiero que tú pases por lo mismo que yo, no quiero que sufras”, es la frase que sale de boca de nuestros padres y maestros para justificar su conducta. Es porque están convencidos de que su sobreprotección es el blindaje perfecto contra las equivocaciones, contra el sufrimiento, contra las decepciones, contra las traiciones.
Y, la verdad, esa actitud, más bien, es un blindaje contra el aprendizaje y, por ende, contra la felicidad y el éxito. Si no erramos, no aprendemos; si no aprendemos, no avanzamos; si no avanzamos, ¿para qué vivimos? La experiencia nos demuestra que el único error, el más costoso de todos, es asumir la vida con esa actitud.
Mercadeo Global - Álvaro Mendoza
En la vida y en los negocios, oscilamos entre el éxito y el fracaso, vamos del bien al mal.
“Si no eres parte del problema, eres parte de la solución”. Todos tenemos sueños, ideales y propósitos, pero no todos tenemos la capacidad, ni la inteligencia, para luchar por ellos. Entre otras razones porque es más fácil ser víctima, es más fácil tirar la toalla y culpar a otros, es más fácil decir que la vida es injusta, es más fácil y cómodo ser el problema.
Lo que no nos enseñan, lo que nos negamos a entender, es que nosotros tenemos lo que se requiere para ser la solución. ¡Nadie nace predestinado al fracaso! Los errores son solo el fruto de nuestras acciones, de nuestras decisiones. Nada tienen que ver con quien nos rodea, con el país en que vivimos, con el clima, con la política: dependen de nosotros.
La principal razón por la cual fracasamos es que no aprendemos, que no nos aceptamos tal cual somos, que nos obsesionamos con la perfección, en vez de trabajar en provocar la felicidad, en sustentar el éxito. Por eso, a veces, la vida se nos vuelve una sucesión infinita de errores, de fracasos y, lo peor, que son siempre los mismos tropiezos, o parecidos.
El fracaso no es el punto final del camino, sino un nuevo punto de partida.
Es una oportunidad que nos da la vida para recomponer lo que está mal, para
enderezar el camino. Debemos enfocarnos en positivo, no en lo negativo.
¿Cuál es la solución, entonces? Lo primordial es romper el yugo del modelo educativo que nos dieron y empezar a tomar las decisiones adecuadas, libres. Sin embargo, antes de eso es necesario saber por qué fracasamos. A continuación, te expongo cinco razones que te ayudarán a entender el origen del problema y te darán luces sobre la solución:
1) No somos perfectos: nos educaron bajo la premisa de que no debemos cometer errores, a pesar de que fallar es una característica natural del ser humano. Por eso, nos pasamos buena parte de la vida, malgastamos buena parte del tiempo y de los recursos que poseemos, en tratar de evitar lo inevitable: cometer errores. ¡Y eso está mal!