características del periodo militar y la vuelta a la democracia (industria, sociedad, naturaleza).
Respuestas a la pregunta
Últimos años de dictadura
A partir de 1980 empezó a verse el comienzo de un final ya anunciado. Las políticas económicas que iban tras el ideal de “achicar el estado agrandar la Nación” generaban cada vez más rechazo en una población que volvía, aun tímidamente, a debatir, movilizarse y mostrar el descontento de la clase trabajadora. Recordemos que en el transcurso de esta última dictadura los grupos guerrilleros como ERP o Montoneros habían sido derrotados y los partidos políticos (salvo el Partido Comunista que siguiendo la lógica de la Urss veían al “Proceso de Reorganización Nacional” como un aliado del primer estado obrero, ya burocratizado) habían sido proscriptos
Asume Bignone, sin apoyo de la fuerza aérea, ni de la armada. Entre las pocas medidas que llevo a cabo tenemos la nacionalización de la deuda de las grandes empresas privadas, por Domingo Felipe Cavallo que se encontraba al frente del Banco Central. El 16 de diciembre de 1982, convocada por la multipartidaria (UCR, PJ, Partido Intransigente, Partido Demócrata Cristiano, Movimiento de Integración y Desarrollo) y con el aval de la clase trabajadora cansada de los abusos de la dictadura y la situación económica se produce la multitudinaria marcha por la democracia que es brutalmente reprimida. Bignone finalmente abre el proceso democrático para el 30 de octubre de 1983. No sin antes decretar la destrucción de todos los archivos sobre los secuestros, torturas y desapariciones. Junto con la amnistía a todos los miembros de las fuerzas que practicaron la represión.
Vuelta a la Democracia
En las elecciones de 1983, Raúl Alfonsín saca un 51.7% de los votos contra el 40,1% de Italo Argentino Luder. Ganándole al justicialismo, obteniendo además la mayoría absoluta en la cámara de diputados, aunque gano solo 7 de los 23 gobiernos provinciales y en el senado fue minoría.
Alfonsín hace su campaña haciendo un llamamiento a los valores democráticos y en defensa de los derechos humanos. Apelando a que la lucha contra la subversión debía llevarse a cabo sí, pero ya no a través de las fuerzas armadas si no a través de la policía en el terreno legal, va instaurándose ya la teoría de los dos demonios. Proponía la subordinación de las fuerzas al Comandante en Jefe, es decir, al presidente de la nación.
Se empezaba a plantear la lucha contra las fuerzas guerrilleras como una lucha de igual a igual. Se olvidaba el hecho de que las fuerzas armadas tenían en sus manos todo el poder de coerción y económico del aparato estatal argentino, así como también el visto bueno del “vecino del norte” que coordinaba las dictaduras latinas con el llamado Plan Cóndor y adiestraba a los militares en la Escuela de las Américas. Y en cambio la guerrilla, que estaba en su mayoría compuesta por jóvenes trabajadores y estudiantes, no gozaba ni con el apoyo de la única revolución triunfante en américa latina