Historia, pregunta formulada por Gissell2078, hace 1 año

caracteristicas del imperio bizantino , muchas gracias

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Contestado por GmanuelycGM
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Origen

El origen del Imperio Bizantino se ubica en la decisión del Emperador Diocleciano a finales del siglo III de administrar el Sacro Imperio Romano de manera más eficiente a través de dos partes, cada una gobernada por un emperador augusto, un vice-emperador y un futuro heredero.

Este modelo permaneció vivo hasta la muerte de Diocleciano y produjo luego un conjunto de guerras intestinas a las que puso fin Constantino I, unificando ambas mitades del Imperio y declarando a Bizancio como la nueva capital (“Nueva Roma” se llamó, pero se la conoció popularmente como Constantinopolis, la ciudad de Constantino). En esa época también se asumió el cristianismo como religión oficial del Imperio.

Posteriormente, la muerte de Teodosio I en 395 dividió de nuevo el Imperio, cuando sus dos hijos heredaron cada uno una mitad: Flavio Honorio la mitad occidental, con capital en Roma; y Arcadio la mitad oriental, con capital en Bizancio.

El imperio occidental encontraría su fin en 476. El oriental se extendería por casi setecientos años más.

Territorios

Inicialmente, los territorios del Imperio Bizantino correspondían a los de Grecia, Egipto, Turquía, Rumanía, los Balcanes, Libia, Egipto, Siria, Palestina y Mesopotamia, que eran las provincias romanas orientales. Sin embargo, bajo el reinado del emperador Justiniano I (527-565) el imperio alcanzaría sus máximas fronteras, haciéndose también con Italia, el sur de España y todo el litoral del África mediterránea.

Sin embargo, estas fronteras fueron cambiantes e inestables, y hacia la época de su caída en el siglo XIII, bajo la invasión del Imperio Otomano, los territorios del Imperio Bizantino se limitaban a Grecia y Turquía.

Población

La población del Imperio era variada, y en su época de apogeo alcanzó los 34.000.000 de habitantes, con una densidad promedio de 13,6 habitantes por kilómetro cuadrado. Se estima, no obstante, que en los siglos sucesivos la población disminuyera (debido a las guerras, pestes y la pérdida de territorio) a 18.000.000 (siglo XI) y 3.000.000 (siglo XIII).

Nombre

El término “Imperio Bizantino” jamás fue utilizado por ningún ciudadano del mismo durante sus más de mil años de existencia. Los habitantes del Imperio preferían llamarse a sí mismos “romanos”, empleando para ello el término griego: romioi, equivalente a griegos cristianos con ciudadanía romana.

Por lo tanto, el nombre del Estado fue simplemente Imperio Romano (Basilea romanion), a pesar de ser llamado Imperio Griego por el resto de las naciones occidentales, debido a su preferencia por el idioma griego en lugar del latín.

El nombre “Imperio Bizantino” se acuñaría en el siglo XVI por el estudioso alemán Hieronymus Wolf, y se haría popular mucho después, en el siglo XVIII, gracias a los autores franceses como Montesquieu.


Identidad

Los ciudadanos del Imperio Bizantino se sintieron siempre mucho más griegos, y de hecho adoptaron la tradición helénica y la lengua griega, sin que eso fuera en contra de su sentirse romanos.

Hacia el siglo VII, de hecho, una serie de reformas en ese sentido lo había distinguido bastante del Imperio Romano occidental: el clásico título “augustus” latino fue sustituido por “basileus” (rey, emperador) y la lengua administrativa del imperio pasó a ser el griego oficialmente. Incluso se enorgullecían de sus ancestros helénicos, si bien eran previos al cristianismo, la religión oficial del Imperio.

Este patriotismo, reflejado en sus producciones artísticas y literarias, no impedía sin embargo que el Bizancio fuera el centro de un Estado multiétnico, centro de múltiples rutas comerciales que la hicieron capital del mundo de su época.

Reinado de Justiniano

El apogeo del Imperio Bizantino ocurrió durante el reinado e Justiniano I, en el siglo VI. La victoria frente a los persas en la frontera oriental del Imperio le permitió a Bizancio emprender una campaña de recuperación de los territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente que ya había finalizado y se repartía entre diversos reinos bárbaros. Así, el Imperio se adueñó de nuevo de las costas mediterráneas del norte de África, de Italia y del sur de España.

Durante esta época se vivió un esplendor cultural sin parangón, cuyo mejor ejemplo es el templo de Santa Sofía, erigido en Bizancio como símbolo del renacimiento imperial. Sin embargo, los esfuerzos bélicos tuvieron su costo y sumieron al Imperio en un siglo venidero de crisis económica y de peste, fruto de la cual pereció un tercio de la población de Constantinopla.


Fuente
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