características de San juan hijo de Zebedeo
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Respuesta:
Era hijo de Zebedeo, un pescador de Galilea, y de Salomé, quien frecuentaba el círculo de discípulos de Jesús. Según la tradición cristiana, Juan Evangelista fue, junto a su hermano San Santiago Apóstol, uno de los primeros apóstoles de Cristo. Jesús llamaba a Santiago y a Juan boanerges («hijos del trueno») por su carácter impetuoso, que se pone de manifiesto en algunos hechos relatados en los otros evangelios (San Marcos, 9:38, y San Lucas, 9:54). Ellos dos, junto con San Pedro, constituían el núcleo más íntimo del maestro. Fue San Juan Evangelista quien, con la Virgen María, se encontraba al pie de la cruz cuando murió Cristo.Tras la resurrección de Jesús, San Juan Evangelista ocupó una posición relevante entre los discípulos. No está claro, sin embargo, cuál fue su actitud en la fundamental controversia, la primera del cristianismo, acerca de si los gentiles habían de ser admitidos o no a la fe de Cristo, controversia en la que, como es sabido, triunfó el punto de vista ecuménico (universal) de San Pablo.
La historia posterior de San Juan Evangelista es incierta y se encuentra oscurecida por las leyendas. Se cree que fue responsable de la evangelización de Asia Menor, por lo cual recibió el castigo de los romanos. El pasaje de San Marcos (10:39) en el que Jesucristo dice a los hijos de Zebedeo que beberían el cáliz de su pasión dio pie para escribir que Juan había sido arrojado a una caldera de aceite hirviendo de la que escapó milagrosamente. Otra tradición aseguraba que no había muerto, sino que fue arrebatado al cielo, como el profeta Elías.
Lo que parece cierto es que San Juan escribió su Evangelio y sus Epístolas en Éfeso (Asia menor) y el Apocalipsis en la isla de Patmos, en el mar Egeo. Tanto en su Evangelio como en las visiones proféticas del Apocalipsis, San Juan utilizó un lenguaje doctrinal y simbólico de gran altura teológica. Su símbolo como evangelista fue el águila, y de ahí su sobrenombre de «el águila de Patmos».
Ya desde fecha muy temprana varias ciudades rivalizaron por acoger los restos de San Juan. La mayoría de las tradiciones indican que fue enterrado en Éfeso. En el siglo II d. C., el obispo de Éfeso aseguró haber identificado su tumba. Irineo, obispo de Lyon en el año 180, respaldó dicha hipótesis, al tiempo que afirmó que su obra había sido escrito en parte en Éfeso y en parte en Patmos. A partir del siglo VI, la iglesia de Éfeso aseguró también poseer el manuscrito original del cuarto Evangelio. La Iglesia Católica lo conmemora el 27 de diciembre.
Respuesta:
Uno de los Doce Apóstoles del Nuevo Testamento, hijo de Zebedeo y hermano de Jacobo (Santiago). En los primeros años de su vida fue pescador (Mar. 1:17–20). Probablemente haya sido el discípulo de Juan el Bautista cuyo nombre no se menciona, y del que se hace referencia en Juan 1:40. Posteriormente recibió el llamamiento de discípulo de Jesucristo (Mateo 4:21–22; Lucas 5:1–11). Escribió el Evangelio según Juan, tres epístolas y el libro de El Apocalipsis. Fue uno de los tres escogidos que estuvieron con el Señor cuando devolvió la vida a la hija de Jairo (Mar. 5:35–42), en el monte de la Transfiguración (Mateo 17:1–9) y en Getsemaní (Mateo 26:36–46). En sus propios escritos se refiere a sí mismo como “el discípulo al cual Jesús amaba” (Juan 13:23; 21:20) y como “el otro discípulo” (Juan 20:2–8). Jesús dio a él y a su hermano Jacobo el apellido de Boanerges, que quiere decir “hijos del trueno” (Mar. 3:17). Hay frecuentes referencias a él en los relatos de la Crucifixión y la Resurrección (Lucas 22:8; Juan 18:15; 19:26–27; 20:2–8; 21:1–2). Después fue desterrado a Patmos, en donde escribió el libro de El Apocalipsis (Apoc. 1:9).
Se menciona con frecuencia a Juan en las revelaciones de los últimos días (1 Ne. 14:18–27; 3 Ne. 28:6; Éter 4:16; DyC 7; 27:12; 61:14; 77; 88:141). Estos pasajes sirven para confirmar la narración bíblica de Juan, y también nos dan una idea más clara en cuanto a su grandeza y la importancia de la obra que el Señor le ha dado en la tierra, no solo en la época del Nuevo Testamento, sino también en los últimos días. Las revelaciones confirman que Juan no murió, sino que se le ha permitido permanecer en la tierra como siervo ministrante hasta el tiempo de la segunda venida del Señor (Juan 21:20–23; 3 Ne. 28:6–7; DyC 7).
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