características de las competencias motrices actitudinales
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Robert Gagné, uno de los primeros psicólogos en examinar los diferentes tipos de contenido presentes en el aprendizaje, definió una actitud como el estado mental que predispone a un aprendiz a elegir comportarse de una manera determinada. Para este y otros autores, la actitud está formada por emociones, comportamientos y creencias.
A nivel práctico, entonces, los contenidos actitudinales en la educación tienen el objetivo de influir a los alumnos para que se comporten de una manera determinada en distintas situaciones. Los contenidos exactos que se trabajen en este ámbito estarán determinados por la edad del estudiante y por el contexto en el que se encuentre.
Por ejemplo, los contenidos actitudinales a trabajar no serán los mismos en un ambiente católico que en uno budista o musulmán; ni tendrán las mismas características en una pequeña ciudad española que en una gran urbe en los Estados Unidos. De esta manera, este componente educativo es uno de los que más cambian en función del ambiente.
Sin embargo, los contenidos actitudinales comparten una serie de características sin importar qué se enseñe exactamente o qué ideas se trate de inculcar a los alumnos. A continuación veremos cuáles son las más importantes.
Tienen que ver con normas, actitudes, valores y creencias
A pesar de que hay algunas diferencias de opinión al respecto, básicamente existen cuatro tipos de contenidos actitudinales: normas, actitudes, valores y creencias. Cada uno de ellos representa un aspecto fundamental de la enseñanza ética y moral, además de ayudar a los estudiantes a desenvolverse de forma adecuada en su sociedad.
Una norma es todo aquel patrón de comportamiento aceptado por los diferentes miembros de un grupo social, y que se considera la manera adecuada de actuar. Las normas regulan de forma implícita qué es considerado correcto e incorrecto, y dirigen el modo de actuar de las personas a nivel implícito o explícito.
Por otro lado, una actitud es la predisposición de una persona respecto a determinados fenómenos, individuos, situaciones u objetos. Son lo que llevan a alguien a actuar de forma consistente frente a escenarios similares. Pueden ser tanto positivas como negativas o neutras, en función de la reacción que provoque un elemento en el individuo.
Los valores son principios y estándares de comportamiento, que apuntan a aquello que es importante para un individuo en su vida. Tienen su origen tanto en la sociedad en la que vive la persona como en sus propias características individuales; y son fundamentales a la hora de dirigir la actividad de la persona.
Por último, las creencias son pensamientos (a menudo inconscientes) que sirven para evaluar distintas situaciones, objetos, comportamientos y fenómenos, y para formar un modelo mental sobre cómo funciona el mundo. Pueden provocar efectos tanto positivos como negativos, en función de cuáles tenga la persona.
Pueden trabajarse directa e indirectamente
Los contenidos actitudinales pueden inculcarse en los estudiantes tanto de manera directa como indirecta. La primera vía suele darse en contextos como las asignaturas de ética y filosofía, en las que los estudiantes tienen que reflexionar directamente sobre qué es importante en su vida, cómo se comportan y sus creencias.
Sin embargo, el enfoque directo no es el único disponible para trabajar los contenidos actitudinales; y a menudo no es tampoco el más efectivo. A nivel indirecto, existe una gran cantidad de herramientas que pueden utilizarse para modificar los valores, creencias, actitudes y normas interiorizados por los alumnos.
Algunas de las herramientas más utilizadas en este sentido son el modelado de comportamiento, los juegos de roles, el uso de historias, la creación de disonancias cognitivas mostrando datos incongruentes con las creencias de los alumnos, o la muestra de los resultados negativos de un comportamiento que se quiere eliminar.
Tradicionalmente, se consideraba que la enseñanza de contenidos actitudinales debía correr a cargo de la familia de los estudiantes, de la religión que profesase esta, y en general de la cultura en la que estuvieran inmersos. Sin embargo, cada vez es más importante hacer un énfasis directo en este tipo de contenidos a nivel de la educación formal.