características de la comunión cristiana
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
-Una comunidad audaz
Sé valiente en tu fe: «Los perversos huyen aun cuando nadie los persigue, pero los justos son tan valientes como el león» (28:1, NTV).
-Una comunidad bien dirigida
Cuando hay caos, todo el mundo cree tener un plan para solucionarlo, pero se necesita de un «buen dirigente [para] mantener el orden» (v.2, DHH).
- Una comunidad justa
Como lo indica The Message: «El malvado [...] oprime a los pobres, [...]. La justicia no tiene sentido para los malvados; pero los que buscan a Dios lo saben por dentro y por fuera» (vv.3, 5, MSG).
-Ofrecer hospitalidad
«Estén listos con una comida o una cama cuando sea necesario. ¡Pues, algunos han dado hospitalidad a los ángeles sin saberlo!» (v.2, MSG), como lo hicieron Abraham y Sara en Génesis 18.
- Compartir la comida
es fundamental para la hospitalidad y la misión. Cuando compartes la comida con otras personas, bajas la guardia, le das la bienvenida a extraños y haces amigos.
- Ayudar a aquellos en necesidad
«Acuérdense de aquellos que están en prisión, como si ustedes mismos estuvieran allí. Acuérdense también de los que son maltratados, como si ustedes mismos sintieran en carne propia el dolor de ellos» (Hebreos 13:3). Cuando ministras o intercedes por aquellos que están en prisión, o por las víctimas de abuso, te encuentras con Jesús (Mateo 25:40).
- Honrar el matrimonio
«Que todos respeten el matrimonio y mantengan la pureza de sus relaciones matrimoniales; porque Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio» (Hebreos 13:4, DHH).
- Estar contentos
«No te obsesiones con conseguir más cosas materiales. Vive tranquilo con lo que tienes, porque Dios ha dicho: “Nunca te defraudaré ni te dejaré, jamás te abandonaré”» (v.5, MSG). No necesitas tener tu mente puesta en el dinero, porque Dios ha prometido que si fijas tu mente en Él, cuidara de esas cosas por ti. Te promete no dejarte ni desampararte.
-Complacer a Dios
«Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.
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Explicación: