Características de georg simmel
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Simmel was one of the first generation of German sociologists: his neo-Kantian approach laid the foundations for sociological antipositivism, asking what is society?—directly alluding to Kant's what is nature?[3]—presenting pioneering analyses of social individuality and fragmentation. For Simmel, culture referred to "the cultivation of individuals through the agency of external forms which have been objectified in the course of history."[3] Simmel discussed social and cultural phenomena in terms of "forms" and "contents" with a transient relationship, wherein form becomes content, and vice versa dependent on context. In this sense, Simmel was a forerunner to structuralist styles of reasoning in the social sciences. With his work on the metropolis, Simmel would also be a precursor of urban sociology, symbolic interactionism, and social network analysis.[4][5]
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A ojos del sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918), un elemento típico de la modernidad es la moda, por la fugacidad, instantaneidad y rapidez que implica, y junto con ella, la mujer y la publicidad constituyen de manera recíproca y caracterizan la modernidad a la que Simmel agrega como elementos significativos la ciudad, con el constante movimiento, que se da en ella junto con una vida más intelectual que emocional, y su consecuencia: el individuo ansioso, así como la necesidad de estímulos visuales y auditivos, y el dinero, el único elemento abstracto de poder mediante el que establecen relaciones los individuos.
1. La moda: entre lo social y lo individual
En la vida social tienen lugar tanto el gusto por la permanencia, la unidad y la igualdad, así como un marcado interés por la variedad, la particularidad y la singularidad. Estas contraposiciones se expresan en una tendencia psicológica hacia la imitación, en tanto que extensión de la vida del grupo a la vida individual. La imitación le permite al individuo no sentirse solo en su actuación, lo libera de la aflicción de tener que elegir y lo hace aparecer como un producto del grupo, aunque esto depende del grupo social en el que se desarrolle.
Simmel define a la moda como la
imitación de un modelo dado que proporciona así satisfacción a la necesidad de apoyo social; conduce al individuo al mismo camino por el que todos transitan y facilita una pauta general que hace de la conducta de cada uno un mero ejemplo de ella. Pero no menos satisfacción da a la necesidad de distinguirse, a la tendencia a la diferenciación, a contrastar y destacarse. (Simmel, 1988: 28)
Unir y diferenciar son las dos funciones básicas de la moda, que es, a la vez un producto tanto de necesidades sociales como de necesidades formalmente psicológicas. La arbitrariedad con que la moda impone algunas veces lo útil, en otras lo absurdo y en algunas otras lo práctico y estéticamente indiferente, indica su desvinculación con las normas prácticas de la vida y remite a otras motivaciones, como lo son las típicamente sociales.
La moda puede adoptar en ocasiones contenidos prácticamente justificados, adquiere su sentido pleno sólo cuando se hace perceptible su independencia con respecto a cualquier otra motivación. Pasa algo semejante con los actos guiados por el deber, que revisten un carácter moral en tanto que lo que nos mueve no es su contenido y finalidad exterior, sino precisamente el hecho de que se trata, justamente, de deberes.
Las formas sociales, el vestido, los juicios estéticos, en una palabra, el estilo en que se expresa el hombre está sometido a una constante mutación debido a la moda. Sin embargo, ésta sólo afecta a los estratos superiores, pues los inferiores se la apropian, traspasando las fronteras establecidas y rompiendo la homogeneidad de la pertenencia a los estratos superiores los que abandonan la moda en cuestión y acceden a una nueva para volver a diferenciarse, otra vez, de las masas.
La necesidad de cohesión, por una parte, y la necesidad de diferenciación, por otra, son tendencias sociales que deben conjuntarse para lograr la formación de la moda; si ello no ocurre así, la moda no llega a consolidarse y su imperio no es tan intenso. Algo esencial de la moda es que siempre sólo una parte del grupo la ejerce, mientras que el resto se limita a estar en el camino hacia ella.
No puede ser considerado como moda únicamente lo que es persistente y llega a normalizarse. La moda es un fenómeno que desaparece con tanta rapidez como apareció. Aquí está una de las principales razones por las que domina tan intensamente: las convicciones permanentes e incuestionables pierden cada vez más fuerza, y los elementos fugaces y cambiantes predominan y van abriendo nuevos territorios.
El individuo tiene por la moda sentimientos de aprobación y de envidia; por ello experimenta: estar a la moda es un signo de distinción, pero también produce la sensación del apoyo que da el conjunto social, a lo que se aspira naturalmente. Se envidia aquello con lo que se está en contacto, sobre todo si éste es cercano, pero no aquello cuya posesión nos es indiferente. Por la moda se desarrolla un matiz conciliador de la envidia, debido a que la moda no está vedada para nadie de manera absoluta, en tanto hay la posibilidad (así sea remota) de que la fortuna beneficie en algún momento a quienes por lo pronto, han de limitarse a envidiar.