característica de las universidades en sus orígenes en Argentina
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Las universidades conforman instituciones cuyas características, formas de organización y estructuras conservan, a menudo, rasgos muy
antiguos. Por eso, el conocimiento de sus orígenes y su evolución nos
permite explicar muchos de sus rasgos contemporáneos. Las primeras
universidades surgieron a principios del siglo XIII en Europa. Aunque las
universidades fueron creadas entonces, tenían raíces antiguas y reconocían antecedentes en las escuelas formadas en las catedrales para
instruir al Clero. En Francia, por ejemplo, las catedrales tenían escuelas permanentes donde se enseñaban las Sagradas Escrituras. En las
principales ciudades europeas desde principios del siglo XII aparecieron
maestros y estudiantes que provenían de lugares muy distintos y que
acudían allí para enseñar o aprender, en forma independiente. Para esto,
los maestros debían obtener previamente un permiso de las autoridades
eclesiásticas que conservaban por entonces el monopolio de la enseñanza. En muchos casos, tanto maestros como estudiantes decidieron
asociarse para defender de esta forma sus derechos y peticionar ante
las autoridades. Este fue el origen de las Universidades que adquirieron
esa denominación porque agrupaban a personas de orígenes y pueblos (naciones) muy distintos. La mayoría de los estudios coincide en
señalar que la primera universidad fue fundada en la ciudad italiana de
Bolonia pero muy poco tiempo después se crearon las de París y Oxford.
En Bolonia la iniciativa partió de los estudiantes. En París y Oxford fueron los maestros los que decidieron asociarse y fundar una Universidad
para proteger así sus derechos. Las universidades fueron creadas para
transmitir el conocimiento. Eran organizaciones para la enseñanza y el
aprendizaje de una serie de disciplinas. En aquellos tiempos, no se esperaba de la universidad la generación de un conocimiento meramente “utilitario” que sirviese para resolver problemas de la vida cotidiana.
El conocimiento que debía ofrecer la universidad tenía como propósito
central contribuir a la mejor organización de la sociedad cristiana y a la
salvación de las almas. Para cumplir con este objetivo toda la enseñanza
estaba dividida en dos grandes etapas. En principio, el estudiante debía
pasar por una etapa de estudios preparatorios que insumía, en realidad,
varios años. Durante ésta, incorporaba un modo de razonamiento, una
serie de técnicas para analizar los textos escritos. Esto se lograba gracias al aprendizaje de los principios de las llamadas “Artes Liberales” que
estaban constituidas por la Gramática, la Retórica y la Dialéctica por un
lado y la Aritmética, la Música, la Astronomía y la Geometría, por otro.
Una vez que el estudiante había incorporado los rudimentos de las artes
liberales podía continuar sus estudios. Por lo general tenía tres opciones:
seguir estudios de Derecho, Medicina o Teología.