cambio en los seres vivos y el proceso de extincion
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Las especies de la Tierra están interconectadas entre sí. Cada planta, cada animal o cada diminuta bacteria vive en íntima conexión con otras especies, una conexión forjada a lo largo de millones de años de coevolución. La historia de los seres vivos de nuestro planeta nace de un proceso continuo de extinción de especies y creación de otras nuevas, un proceso que se ha ido diversificando hasta formar el enorme entramado de ramas biológicas del Árbol de la Vida.
Durante largos periodos la evolución ha sido lenta, pero continua. En ciertos momentos, la perturbación provocada por agentes geológicos, astronómicos o climáticos ha provocado la extinción de un enorme número de especies en un corto lapsus de tiempo. Ahora nos encontramos en uno de esos momentos críticos de la historia terrestre, hasta el punto de que se dice, y con razón, que estamos ante la sexta gran extinción en masa del planeta. En esta ocasión, la causa de la catástrofe se debe al extraordinario éxito de una sola especie: la nuestra.
La desaparición de una especie es una rama truncada para siempre en el árbol de la vida, una pérdida que se extiende hacia atrás en el tiempo, porque con ella se pone fin a toda su historia evolutiva. Pero la pérdida no se restringe a la especie extinguida, va más allá, alcanza a muchas otras que, al haber evolucionado íntimamente relacionadas con ella, dependen de la primera. Algunas de ellas se ven forzadas a cambiar y, en muchos casos, desaparecen junto a la especie con la que estaban relacionadas. Así, a través del estudio de las relaciones evolutivas entre los distintos miembros de comunidades biológicas, los investigadores consiguen entender cómo se estructuran esas comunidades y cómo reaccionan ante los cambios que las afectan.
El gran problema de la extinción actual es que el cambio provocado por la especie humana es tan rápido que provoca cambios bruscos en los ecosistemas terrestres y marinos. Es la velocidad del cambio la que provoca la desaparición de multitud de especies debido a que no tienen tiempo de adaptarse a las nuevas condiciones. Y con cada extinción, se pierde también toda su historia evolutiva.
En la selva brasileña, los investigadores han observado la relación entre las aves y los árboles de cuyos frutos se alimentan. Muchas aves ingieren los frutos carnosos de algunas especies de árboles y defecan, o regurgitan, las semillas en lugares alejados, favoreciendo la expansión de las especies vegetales. Así, árboles y aves han evolucionado en íntima dependencia de manera que, si la relación entre dos especies es muy estrecha, la desaparición de la especie de ave implica la imposibilidad de expansión del árbol del que se alimenta. Aquellas aves de gran tamaño y pico grande, como el tucán, están íntimamente ligadas a los frutos que tienen semillas más grandes. Son las aves de mayor tamaño las que acumulan una mayor historia evolutiva, por esa razón, dado que muchas de estas aves están en franco retroceso, debido a la caza y la reducción del hábitat, al desaparecer, se produce una gran pérdida de historia evolutiva. En cambio, cuando las aves estudiadas son de menor tamaño, existen más especies parecidas que se alimentan y dispersan las semillas de árboles con semillas más pequeñas. En estos casos, la desaparición de una especie no es tan dramática y es menor la pérdida de historia evolutiva.