CAMBIAR LA PERSONA NARRATIVA
Al llegar al toilet, golpeé, como habíamos quedado, tres veces. Después de preguntar si era yo, la muchacha abrió lentamente la puerta. Le dije que en todo el tren no había rastros de ese hombre, que podíamos viajar tranquilas. Ella se veía tensa, y me di cuenta de que había estado llorando. Tal vez yo misma no me veía mucho mejor que ella, pero al escucharme el alivio pareció marearla, y me abrazó: “¡Oh, gracias!, tenía tanto miedo... y la luz... volvió a apagarse, ¡pensé que iba a volverme loca!”
Regresamos a nuestro compartimiento. Le dije que no quería volver a hablar del tema, e intentamos charlar de cualquier cosa. Necesitábamos distraernos un poco, aunque fuese difícil. No pasó mucho tiempo cuando le propuse que tratásemos de dormir. Ambas nos encontrábamos extenuadas; toda aquella tensión parecía haberse acumulado en mis miembros y mis párpados. Nos acostamos cada una en los tres asientos de cada lado. Apagué la luz e hicimos silencio.
Lo recuerdo bien. A los pocos minutos se oyó el silbato del tren y pasamos por un túnel, o un puente. Fue después de eso que escuché su voz: “¿Recuerda cuando le dije que en la estación sentí que ese hombre seguía mirándome..?” “Sí querida, lo recuerdo”, le contesté. “Aún lo siento”, dijo, y no sospeché que ésas serían sus últimas palabras.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Al llegar al toilet, golpeó, como habían quedado, tres veces. Después de preguntar si era ella, la muchacha abrió lentamente la puerta. Le dijo que en todo el tren no había rastros de ese hombre, que podían viajar tranquilas. Ella se veía tensa, y se dió cuenta de que había estado llorando. Tal vez ella misma no se veía mucho mejor que ella, pero al escucharla el alivio pareció marearla, y se abrazaron: “¡Oh, gracias!, tenía tanto miedo... y la luz... volvió a apagarse, ¡pensé que iba a volverme loca!”
Regresaron a su compartimiento. Le dijo que no quería volver a hablar del tema, e intentaron charlar de cualquier cosa. Necesitaban distraerse un poco, aunque fuese difícil. No pasó mucho tiempo cuando le propuso que tratarán de dormir. Ambas se encontraban extenuadas; toda aquella tensión parecía haberse acumulado en sus miembros y sus párpados. Se acostaron cada una en los tres asientos de cada lado. Apagó la luz e hicieron silencio.
Lo recuerdan bien. A los pocos minutos se oyó el silbato del tren y pasaron por un túnel, o un puente. Fue después de eso que escuchó su voz: “¿Recuerda cuando le dije que en la estación sentí que ese hombre seguía mirándome..?” “Sí querida, lo recuerdo”, le contestó. “Aún lo siento”, dijo, y no sospechó que ésas serían sus últimas palabras.
Explicación: el narrador ahora está en tercera persona.