Historia, pregunta formulada por españolsegundogrado, hace 1 año

busco leyendas cortas

Respuestas a la pregunta

Contestado por olropero
5
Cuenta la leyenda que Juan del Jarro era un vagabundo que odiaba bañarse, también odiaba el mes de julio y las riquezas, era por eso que siempre andaba pepenando, pero no mucho porque se sentía con riqueza, todos sabían que se llamaba Juan y del Jarro era porque la única pertenencia era un jarro de terracota, un sombrero y una estera; dicen que dormía bajo de los puentes, y solo hacía algunos trabajos de para matar el hambre diaria, y si le llegaban a sobrar ganancias las repartía ente otros pordioseros, la gente cuenta que Juan siempre tenía un refrán en la punta de la lengua para cada ocasión, muchos dicen que era un loco iluminado, o que era una persona inteligente que se volvió loca,: lo que si se sabe con exactitud es que este pordiosero se hizo famoso debido a que la gente decía que era un adivinador, podía predecir el futuro. El día que Juan murió todo fue homenajeado, por un día en San Luis Potosí se olvidaron de las clases sociales, hasta le fecha su tumba siempre está cubierta de flores.

Contestado por ooswaldosr2010
4

Explicación:

La muchacha de las cuevas del cerro de Culiacán

Una leyenda que cuentan los viejos del sabino, dice que a principio del siglo vivía en el pueblo un leñador de nombre Artemio. Todos los días, incluyendo domingos y días festivos subía al cerro de Culiacán, acompañado de su burro para traer leña. Un día, entre unas enredaderas encontró la entrada de una cueva, penetró en ella, oía mucho ruido como si fuera un mercado, siguió adentrándose y dio con un gran tesoro. Junto a este estaba parada una bella muchacha de cabellos rubios y ojos de color. La doncella le propuso ser el dueño de esas riquezas, con la condición de que la llevara en la parte trasera de su burro a la iglesia más cercana para oír misa, y que, oyera lo que oyera, por ningún motivo volteara para atrás. Artemio salió con la mujer de la cueva, monto en su burro y enseguida ella hizo lo mismo en la parte trasera, como habían convenido. Cuando iban bajando del cerro, él seguía oyendo los mismos ruidos que oyó en la cueva, pero no hizo caso para no voltear a ver, pues era el trato que había tenido con la muchacha. Al entrar al Sabino, notó que los vecinos lo veían con asombro, y exclamaban: ¡Mira lo que lleva allí! El leñador se dirigió al templo, pero la curiosidad lo venció, por los gritos de la gente grande y principal mente de los niños, al voltear al ver la muchacha, vio con sorpresa que lo que llevaba atrás era una horrible y repugnante víbora, de la impresión cayó muerto a las puertas del templo

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