Busca la anécdota de luisito martin
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La inquietud de un querido amigo acerca de las actores con los cuales quería un día compartir el escenario, alguno de los cuales habían fallecido ya, me hizo reflexionar en lo afortunada que soy al haber podido cumplir en cierta medida ese mismo deseo.
A veces estas viviendo un instante inolvidable, de esos que marcan tu espacio y no lo percibes. Solo te das cuenta de lo importante que fue al pasar del tiempo, cuando un acontecimiento inesperado lo trae a tu memoria de nuevo. Eso me pasó a mi con la noticia del fallecimiento de Luisito Marti, el gran humorista dominicano.
Tuve la oportunidad de trabajar con don Luis, como le decían, en un sketch que se escribió para el lanzamiento de la nueva programación de Antena Latina. Entre los sitcom que formaban parte del canal estaba “Pobre Presidente”, en el cual yo laboraba como libretista y actriz.
Luisito aceptó encantado encarnar su papel de Balbuena para esa noche. Con gran disciplina se presentó en el ensayo y acató las indicaciones de nuestro director artístico, Osvaldo Añez. Fue el primero en llegar y en estar listo para el acto. Me sorprendió gratamente ver como se metía en la piel del personaje desde el mismo momento en se cambiaba y maquillaba. Hablaba, reía y se movía como Balbuena. Había dejado a don Luis en el camerino.
El sketch fue un éxito. Tanto, que pidieron que escribieran un libreto con ese argumento. Y por supuesto, el invitado para dicho programa especial fue Luisito Marti. Yo pensé que tal vez se negaría cuando lo escuche decir “ tengo que preguntarle primero a Balbuena a ver que opina”
Finalmente, aceptó realizar el programa. El día de la grabación se repitió lo que yo había presenciado antes: Luisito llegó a tiempo, se maquilló y cambió, permitiendo a Balbuena salir ante las cámaras. Unos minutos antes de terminar su caracterización le oí decirle a una maquillista: “ tu sabes que a este Balbuena le encanta un figureo”
Confieso que tenía mi idea preconcebida acerca de Luisito. Pensé que iba a improvisar y cambiar todo lo que el guionista había escrito. Pero lo primero que hizo fue pedirme amablemente que pasáramos nuestras líneas. Sorpresa número uno. La sorpresa número dos llegó enseguida. Saludó a todos los camarógrafos y personal técnico por sus nombres, no los apodos con que son conocidos. En cuanto escuchó la palabra acción, termino la tertulia y le dejó la escena a su celebre personaje.
Ya cuando se iba, al verme vestida aún con la ropa de Santa, la sirvienta, me dijo “ Hey, no te dejes ver de Balbuena, mira que le encanta enamorar sirvientas, sobre todo si tienen visa americana” Esa fue la única ocasión en que actué a su lado. Pensé que se había olvidado de mi, pero lo encontré días después en los pasillos del canal. En ese momento me sonrió y me dijo : “ Mira, no le hagas competencia a tu prima Santa vestida así, aunque Balbuena es un hombre leal en sus pasiones, pero medio sinvergüenza con las tentaciones. Y se rio, Yo por supuesto, no puede mas que reírme también.
Lo que terminó de ganar mi admiración sincera hacia este gran humorista y me ayudó a entender el porque le decían Don Luis, con tanto cariño y respeto, no fue precisamente ese hecho. Donde me di cuenta de cuan grande en verdad son los grandes cuando practican la humildad sucedió al salir al aire el programa que grabamos con él.
Resulta que al titulador se le “chispoteo” poner el nombre del invitado especial en los créditos. Yo me sentí indignada y se lo dije. De pronto, de la nada, apareció Luisito. Miré al joven y pensé : “ Creo que alguien está en serios problemas” ¿Saben lo que sucedió? Luisito le puso una mano en el hombro y solo le dijo: la próxima vez no te olvides de mencionar a Balbuena, mira que él cree que eso puede ayudarlo a conseguir visa americana» El muchacho cambio la cara de preocupación por una de alivio. No se si finalmente arregló el capitulo. Lo que si se es que todos aprendimos una vez más que la humildad paga más que ser presumido.
Solo puedo decir que nunca olvidaré la lección que me dio Don Luis, el inolvidable Luisito Marti, no solo de actuación, sino del verdadero sentido de ser artista: dar lo mejor de ti mismo, con disciplina y dedicación, dispuesto a aprender de todos los que te rodean, sin sentirte más por ello, sino al contrario, construyendo un camino en el corazón de la audiencia a través de la sencillez