Blachu había llegado a la más alta prominencia de la montaña que circundaba el valle. Su mirada Inquieta
volviéndose sobre el camino recorrido fatigosamente y diviso alla lejos, todavia entre las brumas del
la religiosidad y del sentimiento de aquellos hombres semi desnudos y hermosos, que cada dia elevaban a su
azulado una construcción magnifica sobresalía de aquel conjunto miserable era el templo del sol refugio de
dios una oración sencilla y ferviente.
El paisaje comenzaba a desnudarse y los jirones de niebla, dispersos, como corderos perseguidos, corrian a
esconderse más allá del aquel lago encantador que pertantos antes dominios del Cacique suamox, lazeria
desconocidas. Las colinas descendian suavemente sobre el hecho de aguas transparentes, y se adornaba con
tembloroso y cambiante primorosamente decente sobre el hechocales donde saltaban aves suntuosas y
árboles gigantes en cuyas copas se diluían un verde primaveral, símbolo de vida y esperanza,
Cuando Biachú apartó los ojos de aquel paisaje donde había dejado la mitad de su vida, sintió nostalgia por
el abandono del surco amado
y fecundo, por la fuga de romanzo familiar, donde al lado del fogón que cuece
el sustento y calienta los músculos, donde dejaba salir su corazón en busca de recuerdo.
Suamox y su huésped presenciaban las danzas, sentados en el suelo y ataviados con vistosos adornos de oro
y de plumaje. Biachú repartía la chicha a los altos personajes en recipientes de oro, y a danzarinas
acompañantes en odres de cuero y tazas de cerámica. Cuando tendió a Anachué el dorado vaso, sintió que
sus ojos humedecidos se clavaban en él. Un estremecimiento nunca presentido corrió por sus venas, como si
el veneno de aquel licor amargo y enervante se hubiese transportado a los ojos de ella. Anachué lo siguió
con los ojos durante el festín, por entre aquella loca festividad y Biachú dialogaba consigo mismo.
¿Por qué aquella noche, toda la naturaleza salvaje y primitiva tenía para él un encanto tan hondo? ¿Qué
tendría de extraño y de enigmático, que parecía que toda ella penetrara en su ser de manera tan
espontánea y sencilla, hasta hacerle sentir la armoniosa simplicidad de las cosas?
Confusión de cuerpos semidesnudos y sudorosos que se retorcian poseidos por el demonio de la danza
llujuriante
La noche era magnífica y la luna arropada con su manto color de tisú, presidía aquella fiesta rumorosa y
sensual.
¡Cuántas estrellas seguían el ritmo voluptuoso de la danza! Y qué intensamente seguían brillando en la
oscuridad de su noche los ojos de Anachué.
Respuestas a la pregunta
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Respuesta:
1#- la luna robándose con su manto color tisú
2#-cerca del contemplado ese cielo eso cuando los ojos titilantes vigilaban su vida
3#-al amanecer cerca de ella, ella y la luna ya habían recogido su manto de tisú
#4- los árboles, las flores y las mismas montañas queriendo dialogar con el cielo.
encontré estás
fue lo único que entendi
angelpedrozo2284:
14
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