Biografía y milagros del Santo de la escoba Porfis es para mañana
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San Martín de Porres: el santo de la escoba .- Fue el primer santo de piel negra del continente americano . Es un ejemplo lleno de humildad, devoción a Dios, servicio a los necesitados y dones milagrosos.
San Martín de Porras nació en Lima en 1579. Hijo del burgalés Juan de Porras y de Ana Velásquez, negra libre de Panamá, su padre no lo quiso reconocer. Su infancia no fue demasiado feliz, pues por ser mulato (mitad blanco y mitad negro, pero más negro que blanco) era despreciado en la sociedad por blancos y por negros. Aprendió muy joven el oficio de barbero.A los 15 años logró ingresar en el Convento de Santo Domingo. Como a los mulatos les tenían mucha desconfianza, fue admitido solamente como "donado", o sea un servicial de la comunidad. Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes y siendo el último de todos.
Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Ejercitó los oficios de enfermero y cirujano, destacando en su abnegación por los más necesitados y en su amor a los animales. Entonces sí que empezó a hacer obras de caridad a manos llenas. Los frailes se quejaban de que Fray Martín quería hacer del convento un hospital, porque a todo enfermo que encontraba lo socorría y hasta llevaba a algunos más graves y pestilentes a recostarlos en su propia cama cuando no tenía más donde se los recibiera.
Pronto se le reputó control sobre la naturaleza, logrando que del mismo plato comieran perro, pericote y gato, y que las plantas germinaran antes de tiempo. Se le atribuyó el don de los milagros, tanto en la curación de enfermos desahuciados como en su capacidad de estar en más de un lugar al mismo tiempo. Sin moverse de Lima, fue visto sin embargo en China y en Japón animando a los misioneros que estaban desanimados. A los 60 años, después de haber pasado 45 años en la comunidad, mientras le rezaban el Credo y besando un crucifijo, Murió el 3 de noviembre de 1639. Quizás por ser mulato, su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1836, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad. A pesar de su evidente santidad tuvieron que pasar más de 300 años para que este pobre mulato sea elevado a los altares de la Iglesia. Fue canonizado por el papa Juan XXIII en 1962.
MILAGROS:
El primero fue el concedido a Elvira Moriano quien, según los médicos, perdería la visión del ojo derecho debido a una herida provocada cuando chocó contra una ventana. Un padre dominico le envió una reliquia de Fray Martín y le pidió se encomendara a él. A la mañana siguiente, su ojo estaba sano. Veinte testigos además del informe médico daban por verdadero el celestial hecho.
El segundo milagro comprobado fue el del niño Melchor Varanda, quien cayó del techo de su casa y se rompió el cráneo. Mientras los médicos daban por desahuciado al menor, la afligida madre clamaba la ayuda de Fray Martín. Al día siguiente, el pequeño se levantó como si nada hubiera pasado. Cinco personas corroboraron el hecho.
Para su canonización, la búsqueda de milagros traspasó nuestras fronteras. La Sagrada Congregación de Ritos aceptó dos casos ocurridos en Paraguay y España.
El primer milagro fue concedido en 1948 a Dorotea Caballero que había sido desahuciada por los médicos, pues no podía ser operada del estómago debido a su avanzada edad. Al encomendarse a Fray Martín sus males desaparecieron y logró vivir hasta los 91 años.
El segundo milagro lo recibió el niño Antonio Cabrera Pérez de cinco años, el cual tenía gangrena en la espalda y en el dedo pulgar del pie izquierdo así como severas lesiones vasculares. La mano milagrosa de Fray Martín se hizo sentir en 1958 cuando Antonio quedó completamente curado.