Biografía Juan de Mendoza y Luna
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Mendoza y Luna, Juan de. Marqués de Montesclaros (III). Guadalajara, I.1571 Madrid, 9.X.1628. Virrey de Nueva España y del Perú.
Nació en Guadalajara, en enero de 1571; su padre, el II marqués de Montesclaros, había muerto pocos meses antes. En esas circunstancias el V duque del Infantado, Íñigo de Mendoza, asumió la tutela de Juan de Mendoza y Luna puesto que el marquesado de Montesclaros había sido concedido por Carlos V en 1529 al segundo hijo de III duque del Infantado.
Su conexión familiar con el linaje del Infantado, emparentado desde 1601 con el duque de Lerma, le permitió gozar de importantes apoyos en la corte y moverse entre la nobleza más influyente. La vertiginosa carrera política de Montesclaros comenzó precisamente ese año, al ser nombrado asistente de Sevilla.
A pesar de lo anterior, en el Consejo de Indias se recibieron muchas quejas acerca de su gestión virreinal, relacionadas con acusaciones de corrupción administrativa por la venta fraudulenta de oficios públicos y por haberse beneficiado del comercio con Filipinas. Muy probablemente el conde de Lemos consiguió restar interés por la visita y el 19 de marzo de 1609, Landeras recibió órdenes de suspenderla y regresar a España.
De hecho estas acusaciones no impidieron que Montesclaros fuera nombrado virrey del Perú en noviembre de 1606, tras el fallecimiento del conde de Monterrey.
. Sin duda el paso por Nueva España fue fundamental en la posterior gestión peruana de Montesclaros, en aspectos tan importantes como la regulación del comercio interprovincial por la ruta Acapulco-Callao y la implantación de los Tribunales de Cuentas y del Consulado en Lima.
Finalmente, el 16 de junio de 1607, Montesclaros entregó el mando a Luis de Velasco en Xochimilco.
En agosto embarcó hacia Perú y llegó al puerto de Paita el 19 de septiembre, desde allí continuó su viaje por mar hasta Callao, adonde llegó el 12 de diciembre.
Cabe destacar que fue el primer virrey en continuar la ruta marítima hasta ese puerto, a pesar de que estaba así dispuesto para evitar a los habitantes de aquellas tierras los costes derivados del viaje por tierra del séquito virreinal.
Se colocó en una de las entradas un arco triunfal hecho para la ocasión y Montesclaros recibió los poderes de la Audiencia.
Su gobierno coincidió con un período de asentamiento de la Administración peruana, cuyas bases había dejado firmemente establecidas el virrey Toledo.
Montesclaros entendió que esta progresiva consolidación institucional debía ir unida a un reforzamiento de la autoridad del virrey como delegado del Monarca frente a la de las demás instancias administrativas y judiciales, tanto civiles como eclesiásticas; esta política conllevó, en ocasiones, roces y fricciones.
Tuvo la habilidad de recurrir a la valiosa colaboración de algunos destacados oidores de la Audiencia de Lima, entre los que cabe mencionar a personajes como Hernando Arias de Ugarte, Juan de Solórzano Pereira y Francisco de Alfaro. Contó también con dos colaboradores de vital importancia: el contador de cuentas Francisco López de Caravantes, que más tarde publicaría su famosa Noticia General del Perú y su secretario de cámara, Gaspar Rodríguez de Castro.
Con ese fin, prestó especial atención a la minería y a la Hacienda, sin escatimar iniciativas aunque tuvieran carácter excepcional; así ocurrió con la visita que realizó personalmente a las minas de azogue de Huancavelica en 1610, que supuso una clara mejora en la producción de este yacimiento.
Igualmente decisivo fue el apoyo que prestó posteriormente al Sínodo de Lima de 1613, convocado por el arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero con el objetivo prioritario de atajar la deficiente evangelización de los indígenas.
En 1607 le dedicó su Canción Real Panegyrica; dos años después su poema El temblor de Lima, en el que describía el terremoto que sufrió en 1609 la ciudad; por último, en 1612, la Canción Real, que escribió con ocasión de la muerte de la reina Margarita y fue recogida por fray Martín de León en su Relación de las exequias.
Una vez en España, el marqués contrajo segundas nupcias con su sobrina, Luisa Antonia Portocarrero y Mendoza. Sin embargo, el intento se vio frustrado por la muerte de Isabel en 1629.
En estos últimos años de su vida, el respaldo de la duquesa del Infantado facilitó que fuera nombrado Consejero de Estado antes de haberse hecho públicas las benignas sentencias del Consejo de Indias a sus juicios de residencia como virrey de México y del Perú. Sin embargo, no llegó a ocupar la presidencia del de Indias, como parece que hubiera deseado.
Montesclaros murió en Madrid el 9 de octubre de 1628. En su testamento reconocía haber tenido en América cuatro hijos ilegítimos: un varón y tres mujeres.