Biografia de Alfonso Zeledon Venegas
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Espero que te ayudé en algo
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Fue huérfano. Vendía tamales en las calles del San José de 1880. Tuvo una infancia tormentosa, pobre, desvalida; que sin embargo, dignificaron su espíritu. Se hizo hombre prematuramente, entre las duras disciplinas del esfuerzo constante y denodado.
“Haz como yo amiguito, que despreciando míseras escala, cuando quiero surcar el infinito, me atengo al propio vuelo de mis alas”. Respondió en 1829 a un estudiante del Instituto de Alajuela. Pareciera una respuesta del existencialismo de Sartre.
Dijo gloriarse de solo una prenda: “su fortaleza moral”. Se reveló contra la herejía de afirmaciones no susceptibles a comprobación. Afirmación tan cierta como el relato de dos de sus nietas, la exprimera Dama de la República, Estrella Zeledón de Carazo; y su prima, Ligia Calvo Zeledón.
Sus voces delatan el amor recibido por ese abuelo, al contar como en una ocasión, estando él enfermo, llegó a la escuela, “y como se iba descalzo, dejaba las pisadas marcadas en el piso, por lo que la maestra le dijo que fuese a la pizarra y escribiese ‘estoy sucio porque soy un cochino’…”; dicen las nietas, entre risas y miradas perdidas en el pasado. Sin embargo, “él escribió: ‘estoy sucio porque estoy enfermo’…”. Era la calentura la que le hacía sudar los piecitos de aquel niño que apenas cursaba el tercer grado de la escuela.
El maestro Abel Quirós comprendió la importancia de permitirle al niño exteriorizar sus sentimientos, para liberar su intelecto. Como espuma de un champán recién agitada, su vocación de escritor desbordó desde entonces. Nacía en él el periodista, el de casta combatiente que acarrea persecución, cárcel, tortura y muerte.
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