bailes típicos y sus ritmos de cada provincia en Costa Rica
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El café de Costa Rica fue, casi desde el nacimiento del país como nación independiente, la base de su economía y su principal motor de desarrollo. El cultivo del café a partir de mediados del siglo xix tuvo consecuencias sociales y culturales diferenciadas que funcionaron como parte de la construcción de la identidad nacional. La caficultura se ha prestado para la elaboración de símbolos, emblemas y estereotipos. En la actualidad, la temática del café es uno de los motivos más representados en las artes, las artesanías, el folclor y la cultura popular. Su presencia se halla presente en muchos de los símbolos que pretenden expresar identidad nacional: la carreta pintada, la casa de adobe, el paisaje rural del Valle Central, etc.
Para la época de la independencia, en 1821, Costa Rica ciertamente era la provincia más pobre y atrasada del Imperio Colonial Español. No obstante esto, para mediados de 1830 el país comenzó a mostrar signos de progreso y recuperación económica, debido principalmente a las ganancias que se obtenían de la economía del café, que se exportaba a Inglaterra. El café se convirtió en un agente civilizador, en el "grano de oro", dado que la prosperidad obtenida de su comercio se transformó en progreso económico y avances sociales, que luego fortalecieron el proceso de idealización y construcción de identidades. Se formó una clase de medianos y pequeños productores campesinos que ocuparon grandes territorios del Valle Central, aptos para el cultivo del café. Con el tiempo, se formó una élite social y política dominante enriquecida gracias a su cultivo. Esta oligarquía determinó los destinos políticos del país por muchos años, y en muchas ocasiones, de forma caprichosa y no siempre acertada.
Detalle de Alegoría del café y el banano, de Aleardo Villa, en el techo del Teatro Nacional de Costa Rica, representa campesinas costarricenses recogiendo el grano de oro.
Durante el siglo xix, el café fue tema principal de billetes y monedas. De hecho, su imagen aún se encuentra presente en el escudo nacional. La literatura costumbrista plasmó el arquetipo del campesino del Valle Central con su aire jovial, sencillo, bonachón y algo ingenuo. Las primeras manifestaciones del arte y la arquitectura nacionales tuvieron al café como motivo y principal impulsor. El Teatro Nacional de Costa Rica fue edificado en 1897 parcialmente financiado con un impuesto a la venta del café. Las decoraciones y obras de arte presentes en este edificio, considerado joya y patrimonio histórico de la nación, son en gran medida alusivas a esta bonanza obtenida por la exportación del grano. El café llegó a convertirse en un mito símbolo de un pasado exitoso y la promesa de un futuro asegurado. Surgió la idea de que en Costa Rica se produce "el mejor café del mundo".
Las carretas como arte están íntimamente vinculadas al café dentro de la "cultura del café" de Costa Rica y tienen una tradición que data de más de tres siglos.
Con el tiempo, esta imagen idealizada y estereotipada, no necesariamente real, de una Costa Rica democrática, igualitaria y semirrural fue quedando plasmada en el imaginario colectivo, principalmente de los habitantes del Valle Central, representados como labriegos sencillos, descendientes de europeos, católicos, de tez blanca, afanados en la "cogida de café" en medio de extensos cafetales rodeados de pacíficas montañas, imagen simbólica opuesta al Caribe habitado por la población negra, protestante, de habla inglesa, dedicada al cultivo del banano y sometida a las vejaciones de una naturaleza adversa. No es sino hasta recientemente, con la comprensión de la naturaleza pluricultural y multirracial del país, que esa oposición simbólica entre el Valle Central y el Caribe ha comenzado a diluirse, evidenciando que Costa Rica es una tierra de contrastes culturales.
Con el siglo xx y la urbanización del Valle Central, los cafetales fueron desapareciendo ante el avance de la ciudad, y poco a poco el café dejó de estar apegado a la imagen de nación democrática e igualitaria, para convertirse en un vínculo con el pasado. Esta relación es más fácil de entender conforme el cultivo del "grano de oro" ha dejado de pesar en la economía nacional, al punto de que la mayoría de las familias costarricenses ya no dependen de él. Las "cogidas de café" pasaron a manos de los inmigrantes nicaragüenses y los indígenas ngöbe provenientes de Panamá, sin cuyo trabajo la recolecta del grano no sería posible.