b) ¿Cuál es la tesis de este ensayo?
La lectura no sirve para ganar más dinero, ni siquiera se puede anotar en el currículum: fulano ha leído La
Iliada y La Odisea, Robinson Crusoe, Cien años de soledad y Pedro Páramo. Lee dos libros por mes, 15 por
año. No es una información que se solicite, que se fomente, que tenga precio en el mercado de trabajo.
Tal vez porque el mercado laboral no ha dado el peso suficiente al aprendizaje su
l que deviene de la
lectura de ficción: forma
vo más que informa
vo. Nuestra formación lectora no es requisito para entrar a
una carrera universitaria. La sicóloga no nos preguntará: ¿Cómo empezó su relación con los libros? ¿Leía a
escondidas, subrayaba, los robaba en las librerías, los pedía prestados, los arrugaba, los despreciaba?
Qué inofensivos se han vuelto los oscuros objetos del deseo, a nombre de quien se edificaron hogueras
atroces que arrasaron con palabras. Los libros a lo largo de la historia han sido quemados por una razón
universal. La palabra porta ideas, a
za cabezas, incita, los libros son gérmenes subversivos. Se han
censurado libros en nombre de Dios, de la moral, de la polí
ca. ¿Y esto no nos provoca? El propio Miguel
de Cervantes escribió —sin duda alabando el poder de los libros— sobre el efecto que tuvieron en Don
Alonso Quijano, e hizo mofa de la quema que llevaron a cabo el cura y el bachiller por considerarlos
culpables de su locura. Así lo introduce el autor en el primer capítulo: Es, pues, de saber que este
sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a leer libros de
caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aún la
administración de su hacienda; y llegó al tanto su curiosidad y desa
no en esto, que vendió muchas
hanegas de
erra de sembradura para comprar libros de caballería en que leer, y así, llevó a su casa todos
cuantos pudo haber de ellos [...]
[...] En resolución se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro y
los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que
vino a perder el juicio. Tiene sen
do la afirmación de Jean Paul Sartre: el deseo de leer es violar lo oscuro.
Tras las inciertas portadas de un libro, y en su contenido está
co, hay un mundo que bulle, hay palabras
que construyen formas, emociones que manan de un mundo que crece bajo nuestros ojos y en nuestro
ánimo. El intelecto par
cipa del fes
n de las palabras. Libros culpables de encender hogueras en las
mentes, libros prohibidos y autores condenados a muerte como Salman Rushdie en Irán, libros que en sus
ficciones, en sus mundos de papel inflamable gritan verdades y hos
gan espíritus. Una historia, cualquier
historia, es más que la anécdota que nos cuenta. Cuando sen
mos la conmoción de lo que yace bajo las
palabras estamos frente a la literatura.
Mientras el cura y el barbero entraban a la biblioteca de Don Alonso Quijano que había salido ya con
Rocinante y con aquel recipiente de peluquería inver
do sobre la cabeza como casco o yelmo, la sobrina
dijo respecto a los libros:
[...] no hay que perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores; mejor será arrojadlos por las
ventanas al pa
o, y hacer un rimero de ellos y pegarles fuego, y si no, llevarlos al corral, y allí se hará la
hoguera y no ofenderá el humo.
Una novela de ciencia ficción, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, pinta una hipoté
ca ciudad del futuro
donde los libros están proscritos. Un régimen totalitario que en aras de la eficiencia controla los
pensamientos y placeres de los ciudadanos. Poseer libros, esconderlos, es un delito. Un grupo de
subversivos que vive en el bosque ha tenido que memorizar las grandes obras de la literatura para
preservarlas. Así uno de los viejos es La guerra y la paz, otro Tom Sawyer, Ana Karenina. A su vez recitan
las palabras de estos libros a los más jóvenes para que sean ellos los depositarios del legado tan finito
como la vida y la memoria y su capacidad de trasmi
rlo. Los 451 grados Fahrenheit son la temperatura a
44
la que arde el papel.
¿Entonces si los libros no sirven para nada, por qué han sido sentenciados y satanizados a lo largo de la
historia? Los libros felizmente nos muestran un mundo más amplio; cargan ideas, vivencias, emociones,
nos hacen pensar, sen
r, disen
r. La lectura como experiencia nos marca. En términos concretos
—aunque no lo podamos sumar a nuestra ficha curricular— nos permiten expresarnos mejor, conocer las
palabras adecuadas, construir ideas y comunicarlas. Pero sobre todo los libros nos permiten experimentar
un mundo más amplio, infinitos puntos de vista,
empos y espacios. La literatura explora la calidad
humana: es su materia. Leer es conocer, comprender y tolerar. Leer es codearse con la belleza.
PORFAVOR ES PARA HOY
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Respuesta:
la que arde el papel.
¿Entonces si los libros no sirven para nada, por qué han sido sentenciados y satanizados a lo largo de la
historia? Los libros felizmente nos muestran un mundo más amplio; cargan ideas, vivencias, emociones,
nos hacen pensar, sen
r, disen
r. La lectura como experiencia nos marca. En términos concretos
—aunque
Explicación:
la que arde el
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¿Entonces si los libros no sirven para nada, por qué han sido sentenciados y satanizados a lo largo de la
historia? Los libros felizmente nos muestran un mundo más amplio; cargan ideas, vivencias, emociones,
nos hacen pensar, sen
r, disen
r. La lectura como experiencia nos marca. En términos concretos
—aunque
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