B) ¿Cómo el contexto social, la situación económica y los comportamientos familiares influyen en las decisiones que toma un sujeto sobre sus actos?
C) A través de la historia se ha evidenciado que debido a la mala distribución de los recursos naturales, económicos y políticos, la brecha social y de clases cada vez es mayor. ¿De qué manera consideras que es posible transformar esta realidad? ¿Conoces algún evento histórico en donde determinada comunidad lo haya logrado o intentado?
F) De acuerdo a lo que es un pícaro en la obra ¿Encontramos hoy día algún personaje al que se le pueda atribuir este título?
Por favor lo necesito para mañana por favor se los suplico
doy todos mis puntos la obra es la vida del busco
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
simbólicos) no es producto directo de la maduración sino de una interacción
constante con los otros, quienes nos ofrecen la posibilidad de incorporar elementos básicos de nuestra cultura e introducirnos en ella y avanzar en nuestro
desarrollo personal. Al respecto Vygotsky (2000) señaló que el desarrollo
humano no puede entenderse al margen del contexto ni de la cultura en los
que se produce. Las interacciones que promueven el desarrollo se construyen
de modo significativo en los contextos donde las personas crecen y viven, de
ahí que la familia y la escuela, formadas por sistemas múltiples, sean ambientes
trascendentales para la formación humana (Solé, 1996).
Hay una ruptura entre familia y escuela. La familia tiende a mirar la escuela como
“guardería”, o el sitio seguro donde sus hijos pueden estar mientras los padres
trabajan; y la tiende a considerar como lo mínimo que puede ofrecer para
que su descendencia sea “alguien en la vida”. La escuela, por su parte, tiende a
observar a la familia como un contexto lejano a ella que no debe entrometerse
en los asuntos curriculares ni en la planeación institucional. Las relaciones de
la escuela con la familia suelen ser más burocráticas y sancionatorias que de
colaboración. Frente a esto, no es banal indagar acerca de las relaciones entre
familia y escuela, entre familia y profesionales de la educación, pues se plantea
la necesidad de un entendimiento mutuo entre ambos contextos de desarrollo
y aprovechar el potencial educativo de la relación entre las dos instituciones.
En nuestros días somos conscientes de la insistencia de la escuela para que la
familia se vincule y se responsabilice efectivamente en los procesos de formación de los niños y jóvenes. En otras palabras, existe una inconformidad —en
ocasiones tácita— frente a la apatía e indiferencia de la familia con respecto
a lo que ocurre en la escuela. Más todavía, dicha inconformidad se enfoca en
aquellas familias que le han endilgado a la escuela responsabilidades que, de
suyo, les pertenecen. La escuela, si queda sola, no puede lograr el propósito
de formar en lo humano o, si se quiere, de procurar su desarrollo.
Las funciones de cuidado y de protección de la familia hacia los hijos(as) tienden a
reducirse al ámbito de la satisfacción de las necesidades básicas de alimentación
y protección de la salud, y se deja por fuera el fomento de la autoestima y de
los cuidados adecuados para que los hijos puedan desenvolverse sin “tanto
miedo” en una sociedad cada vez más compleja. Dicho de otra forma, en el
mejor de los casos, las funciones básicas de la familia se han ceñido al cuidado y educación en lo relativo a pautas y hábitos sociales en los más jóvenes,