ayúdenme por favor es con un decálogo de la tolerancia
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1. Sabes que las convicciones no se pueden imponer, sino proponer, invitar, ofrecer, testimoniar. Así que no intentes doblegar la voluntad del otro, violentando su libre asentimiento.
2. Si eres creyente, no desprecies las razones del escéptico, del agnóstico o del ateo. Si eres creyente, no te burles de los sentimientos y asentimientos religiosos. Así ambos podéis dialogar y compartir certezas e incertidumbres.
3. Valora en el otro ante todo a qué comportamientos éticos y a qué acciones humanitarias reconducen sus ideas o creencias. Y busca el buen entendimiento y la colaboración en las cuestiones de todos que nos atañen a todos.
4. No dividas a la gente entre los respetables y los equivocados, según coincidan o no con tus opciones.
5. Empieza por reconocer en el otro su irreductible individualidad. Hazte cargo de que cada uno tiene su idiosincrasia peculiar, su historial de búsquedas y decepciones, sometido a tensiones internas y a presiones externas, que afectan a sus resoluciones, a sus reacciones, a sus aspiraciones personales.
6. Acepta de buen grado el pluralismo de religiones en la sociedad, considéralo un patrimonio espiritual, histórico y cultural valioso, la diversidad de opciones no amenaza tu identidad y responde a la necesidad de dar un sentido trascendente a la vida.
7. Acepta también la variedad de movimientos y tendencias dentro de tu religión: las distintas maneras de entender y de expresar la misma fe. Importa más compartir lo que nos une que insistir en lo que nos separa.
8. Considera que nadie posee toda la verdad, toda la revelación de Dios. Dios no está ocupando ni aprisionado en los límites de ninguna de las religiones, su presencia y su acción las desborda a todas. La fe de tu iglesia no es la única aceptable.
9. Que seas tolerante no quiere decir que tengas una fe débil o acobardada, ni que todas las religiones sean para ti iguales, que te de lo mismo una que otra o que ninguna. Tener convicciones profundas no hacen de ti un fanático, excluyente y peligroso. Un creyente razonable o un increyente juicioso no tienen por qué ser unos dogmáticos recalcitrantes.
10. Empieza por tolerarte a ti mismo, acepta la complejidad de tu ser, reconoce tus limitaciones, contradicciones e incoherencias, debilidades, errores… El intolerante consigo mismo fácilmente proyecta intransigencia a su alrededor, se vuelve exigente e implacable con los otros.
¡Espero haberte ayudado!
2. Si eres creyente, no desprecies las razones del escéptico, del agnóstico o del ateo. Si eres creyente, no te burles de los sentimientos y asentimientos religiosos. Así ambos podéis dialogar y compartir certezas e incertidumbres.
3. Valora en el otro ante todo a qué comportamientos éticos y a qué acciones humanitarias reconducen sus ideas o creencias. Y busca el buen entendimiento y la colaboración en las cuestiones de todos que nos atañen a todos.
4. No dividas a la gente entre los respetables y los equivocados, según coincidan o no con tus opciones.
5. Empieza por reconocer en el otro su irreductible individualidad. Hazte cargo de que cada uno tiene su idiosincrasia peculiar, su historial de búsquedas y decepciones, sometido a tensiones internas y a presiones externas, que afectan a sus resoluciones, a sus reacciones, a sus aspiraciones personales.
6. Acepta de buen grado el pluralismo de religiones en la sociedad, considéralo un patrimonio espiritual, histórico y cultural valioso, la diversidad de opciones no amenaza tu identidad y responde a la necesidad de dar un sentido trascendente a la vida.
7. Acepta también la variedad de movimientos y tendencias dentro de tu religión: las distintas maneras de entender y de expresar la misma fe. Importa más compartir lo que nos une que insistir en lo que nos separa.
8. Considera que nadie posee toda la verdad, toda la revelación de Dios. Dios no está ocupando ni aprisionado en los límites de ninguna de las religiones, su presencia y su acción las desborda a todas. La fe de tu iglesia no es la única aceptable.
9. Que seas tolerante no quiere decir que tengas una fe débil o acobardada, ni que todas las religiones sean para ti iguales, que te de lo mismo una que otra o que ninguna. Tener convicciones profundas no hacen de ti un fanático, excluyente y peligroso. Un creyente razonable o un increyente juicioso no tienen por qué ser unos dogmáticos recalcitrantes.
10. Empieza por tolerarte a ti mismo, acepta la complejidad de tu ser, reconoce tus limitaciones, contradicciones e incoherencias, debilidades, errores… El intolerante consigo mismo fácilmente proyecta intransigencia a su alrededor, se vuelve exigente e implacable con los otros.
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