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Introducción
Uno de los debates centrales en torno a la Sociedad Europea de la Información es la función provisoria de Capital Social1 que aportan los nuevos medios, tal y como plantea la Informática Comunitaria o los estudios sobre confianza y buen gobierno en la era digital. De acuerdo con Van Bavel/Punie/Tuami (2004), las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTICS) desempeñan un papel cada vez más importante en el desarrollo local por la capacidad que tienen de movilizar recursos materiales, información y conocimiento. Si el Capital Social, de acuerdo con Putnam (2000), puede ser definido como una de las características de toda organización social basada en la cooperación en beneficio mutuo, la confianza y participación cívica y las normas de reciprocidad, el problema de la participación con las nuevas tecnologías constituye hoy un reto estratégico que obliga a las organizaciones sociales a articular redes alternativas de cooperación y acción colectiva, transformando la disposición de Capital Social en "capital social interconectado" (Van Bavel, 2003; Huysman/Wulf, 2004).
Ahora bien, aún reconociendo la relevancia de algunos de los hallazgos de Putnam (2003) sobre el problema que nos ocupa, esta concepción de las redes sociales y las formas de gobierno y autoorganización de las comunidades locales tiende a abstraer las relaciones sociales, en especial el contexto económico y político, al abordar desde una lectura propia del paradigma neoclásico de la Economía Política toda forma de intercambio y asociación. Como bien ha criticado el profesor Navarro, el discurso sobre el Capital Social trata por principio de remplazar el análisis del poder entre clases, razas y géneros, y sus consecuencias en términos de políticas públicas, por una lectura instrumental de las relaciones sociales (Navarro, 2003: 29), en un tiempo en el que la propia cultura se ha convertido en un recurso para el desarrollo económico (Yúdice, 2002: 30-36). En este sentido, resulta cuando menos necesario pasar de una lectura "capitalizada" de los procesos de innovación a una visión estructural del proceso de apropiación social de las nuevas tecnologías, especialmente ante la desigual conformación del espacio de integración económica con regiones periféricas o subdesarrolladas como es el caso del sur de Europa2 y de la mayoría de las nuevas regiones incorporadas al proyecto de integración de la UE, si en verdad han de plantearse en toda su complejidad los procesos de transformación y modernización económica en torno a las nuevas redes digitales.
El presente artículo parte de una crítica al concepto europeo de Sociedad del Conocimiento, identificando las líneas de fuerza del denominado Capitalismo Cognitivo, para interpretar las principales notas distintivas de la estructura de información y conocimiento que gobiernan las políticas comunitarias, a partir de los datos publicados por la propia Comisión Europea como máximo órgano de gobierno. El objeto académico de esta revisión es enmarcar adecuadamente las fallas y factores del fracaso de los objetivos de la Agenda de Lisboa3 ilustrando los límites de las estrategias de implantación de la Administración Electrónica, así como el nulo alcance de las políticas de desarrollo local de la UE, pese a las prioridades fijadas en los principales documentos doctrinales de la Comisión en la materia. A tal fin, nuestro análisis aporta datos primarios del trabajo de campo realizado en veinte ciudades comunitarias durante el último lustro, señalando algunos elementos clarificadores de las dificultades que la Comisión Europea tiene para validar su política de socialización de las nuevas tecnologías, como, por ejemplo, la ausencia de una planificación participada de los procesos de modernización tecnológica, así como la inconsistente articulación de políticas públicas en la consecución de los objetivos de la hoja de ruta fijada en la Cumbre de Lisboa.4
El texto termina apuntando a este respecto las conclusiones fundamentales del trabajo de campo y los principales retos de futuro a medio y largo plazo de las políticas de implementación del eGobierno y la ciudadanía digital en el seno de la UE, a partir de los procesos locales de apropiación social liderados por el Tercer Sector, el voluntariado y la propia población de los municipios y regiones analizados, prioritarios, a día de hoy, en las políticas de desarrollo e integración de los fondos feder.5