Ayúdeme por fa es de catesismo ¿Qué recuerdos se vienen a nuestra mente cuando hablamos de la Última Cena de Jesús?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Las iglesias evangélicas normalmente recitan estas palabras al tomar la comunión o la Santa Cena: “Haced esto en memoria de mí”. Ya sea que tu teología de la comunión se incline hacia la “presencia espiritual” calvinista o la posición memorial de Zwinglio, o que te encuentres entre una y otra, me imagino que todos deseamos entender correctamente lo que Dios tiene para nosotros en estos símbolos dinámicos. En 1 Corintios 11:24-25 (véase también Lucas 22:17-20) Pablo relata las instrucciones que Jesús dio a los discípulos al inaugurar la Santa Cena. Jesús dice que mientras molemos el pan partido (su cuerpo) en nuestros dientes, y mientras el sabor amargo del vino (su sangre) se detiene en nuestras gargantas, recordamos la muerte de Cristo.
Más que recordar
Entonces, ¿qué significa recordar? ¿Es simplemente una sugerencia a que nuestra mente no divague? ¿Significa que recordemos los sufrimientos de Jesús hasta sentirnos muy agradecidos o muy mal? Para muchos cristianos, recordar es una actividad mental ambigua. Pero en la Biblia, un llamado a recordar -sobre todo cuando es atado a una señal del pacto o ceremonia- es un concepto dinámico, potente y participativo, donde calibramos nuestras vidas de acuerdo a lo que está siendo recordado. Herman Ridderbos nos dice en su esquema de la teología de Pablo: “No es solamente una evocación subjetiva de la mente, sino una manifestación activa del continuo y real significado de la muerte de Cristo”. Michael Horton profundiza nuestra comprensión de “reminiscencia” con el contexto judío. “En nuestro patrimonio intelectual de Occidente (Griego), 'recordar' significa 'retraer': traer a la mente algo que ya no es una realidad presente. Nada podría estar más lejos de la concepción judía. Por ejemplo, en la liturgia judía, 'recordar' significa participar aquí y ahora en ciertos eventos definidos en el pasado y también en el futuro”. Aquí hay dos ejemplos breves en el Antiguo Testamento donde “recordar” es una forma activa de incorporar las realidades del pasado en la vida del presente. Después del diluvio, Dios dice a Noé que el arcoíris es la señal del pacto de que no cubrirá toda la tierra en juicio con agua otra vez. Cada vez que la señal del arcoíris aparece el pacto es recordado. “Cuando el arco esté en las nubes, lo miraré para acordarme del pacto eterno entre Dios y todo ser viviente de toda carne que está sobre la tierra. Y dijo Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre yo y toda carne que está sobre la tierra”, Génesis 9:16-17. La señal del pacto del arcoíris nos asegura que las promesas de Dios todavía están vigentes hoy. La imagen principal de la redención en el Antiguo Testamento es el éxodo de Israel de Egipto, inmortalizado en la cena de Pascua. Cada año los israelitas volverían a participar en esta comida para recordar quién, o de quién, eran. No es una historia seca que hay que aprender, sino una historia dinámica que hay que vivir. Ellos participan en la comida, ya que son partícipes de la realidad de esta redención como israelitas. “Y este día os será memorable y lo celebraréis como fiesta al Señor; lo celebraréis por todas vuestras generaciones como ordenanza perpetua”, Éxodo 12:14. El puritano John Flavel distingue entre dos tipos de remembranza. El primero es especulativo y transitorio, y el segundo es cariñoso y permanente. “Un recuerdo especulativo es solo para traer a la memoria la historia de esa persona y de sus sufrimientos: que Cristo, fue llevado a la muerte en la carne. Un recuerdo afectuoso es cuando llamamos a nuestras mentes a Cristo y su muerte para sentir las poderosas impresiones que causa en nuestros corazones”. Cuando la Santa Centa es servida, los creyentes experimentan un recuerdo afectuoso porque el evangelio es recordado y reaplicado. Recordamos que la gracia que fue comprada por la muerte de Cristo es la misma gracia que necesitamos cuando nos acercamos a la mesa.
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